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Casi 4.500 gallegos tendrán que arrancar las patatas en sus fincas

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

AGRICULTURA

ÁNGEL MANSO

Los técnicos de la Xunta pasarán por cada parcela a recoger el tubérculo en sacos

11 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cerca de 4.500 gallegos, en su gran mayoría pequeños productores residentes en el norte de las provincias de A Coruña y de Lugo, estarán obligados a arrancar la patata plantada en fincas de zonas infectadas por la polilla guatemalteca, un producto que se sembró antes de la prohibición dictada por el Gobierno central, el pasado 4 de marzo. La última resolución de la Xunta para combatir la polilla de la patata se publicó seis días después, y en ella se establecía un período de 15 días para comunicar a la Administración autonómica todas las plantaciones de las zonas infectadas, a través de las oficinas agrarias. Cerrado el proceso y contabilizadas, la Xunta ya ha hecho balance: hay 2.364 fincas en la provincia de A Coruña, en las comarcas de Ferrolterra y Ortegal; y 2.115 en Lugo, en A Mariña. Hay 31 municipios afectados.

¿Qué pasa si uno tiene esas patatas plantadas y no lo ha comunicado a la Xunta? Pues se expone a sanciones de hasta 3.000 euros. El decreto de prohibición de plantar abarca dos años.

Los particulares serán los responsables de levantar todas las plantaciones, una vez que se les presente un calendario de recogida por parroquias, un trabajo que están ultimando ahora los técnicos de Medio Rural y que se dará a conocer, previsiblemente, a la vuelta de la Semana Santa.

Serán los técnicos de la Xunta quienes pasarán finca por finca a recoger el tubérculo en sacos especiales, que serán previamente entregados por la Administración. Cada uno debe ser pesado para que quede constancia del número de kilos que entrega cada particular, un dato que es imprescindible para el cómputo posterior de las indemnizaciones. Una vez recogidos los sacos, las patatas se transportarán en camiones estancos y serán destruidas en las instalaciones que tiene la empresa Gesuga en Cerceda. Así se ha procedido con la que estaba en almacenes, unas 50 toneladas.

Hay diferentes horquillas para fijar las compensaciones a estos pequeños productores. En el caso de las explotaciones hay tres categorías. Para la llamada patata de simiente se establece una indemnización máxima de 0,70 euros por kilo; para la de consumo producida en la explotación (intervenida bajo el control oficial), 0,30 euros; y a las plantaciones de zonas infectadas se conceden 0,40 euros por metro cuadrado de superficie plantada. Para los almacenes comercializadores, en la patata de siembra se establece como baremo el precio de compra justificado mediante factura del proveedor. «Nos almacéns que comercializan pataca de semente e de consumo, cando hai lotes contaminados establécese como baremo o prezo de adquisición por parte dos almacenistas, que o acreditarán mediante a factura de compra», explican desde Medio Rural.

La polilla guatemalteca es una de las plagas más agresivas para los cultivos. Se detectó en América hace 60 años y en Europa la plaga apareció por primera vez en 1999 en Canarias. En la España continental se detectó en el 2015 en Ferrol.