La batalla naval de la "guerra del bonito" vuelve a Burela en un documental

A MARIÑA

CEDIDA

La cofradía conmemora veinte años de su lucha por la pesca sostenible

02 jun 2014 . Actualizado a las 14:32 h.

«Imágenes inéditas, filmadas en alta mar por los propios pescadores gallegos y vascos» forman parte del documental La Guerra del Bonito. 20 años después. Escenas reales «con las que salen a la luz algunos de los momentos más violentos de tan graves incidentes que, por fortuna, se saldaron sin víctimas». Promovido por la Confraría de Pescadores de Burela, el pósito que preside Basilio Otero conmemora así el vigésimo aniversario de la lucha del Cantábrico español por la pesca sostenible. Artes industriales, redes de enmalle a la deriva de varios kilómetros de longitud, amenazaban con capturas masivas la pesquería estacional del bonito, que la flota española sigue capturando con anzuelo.

Veinte años atrás, el 16 de julio, fiesta de la patrona de los marineros, estallaba en altar una batalla naval que pasaría a la historia como la «guerra del bonito» o de la volanta. Boniteros españoles, franceses e irlandeses se enfrentaron trescientas millas mar adentro. Cuatrocientos pesqueros españoles pusieron proa a Burela remolcando un volantero francés. Famoso desde entonces, La Gabrielle había sido abandonado por su tripulación en medio de la refriega. Se desató un conflicto internacional y, con Burela como epicentro, se sucedieron movilizaciones que llegaron a Bruselas. Demostrado que los volanteros pescaban con cortinas de la muerte mucho mayores de las permitidas, se intensificaron los controles y esas redes de enmalle a la deriva acabaron prohibiéndose. Veinte años después, la Unión Europea acaba de reiterar su propósito de que nunca más se empleen.

El audiovisual engrosará el Arquivo Histórico da Confraría de Pescadores de Burela. La empresa burelense Arracada Produccións firma un documental que ha dirigido Carlos Portas. Además de escenas de la batalla naval, incluye testimonios de los protagonistas. Desde Burela, Francisco Rodríguez expresa «tristeza por los acontecimientos en sí», pero siente «alegría, por ver los mares libres de las cortinas de la muerte». Desde la isla francesa de Yeu, el armador y el patrón del La Gabrielle insisten en acusar a los boniteros españoles de piratería y se preguntan «cómo puede haber gente que esté dispuesta a matar por un pescado».