Al menos, sean respetuosos

A MARIÑA

08 sep 2014 . Actualizado a las 19:28 h.

De los que mandan, en las actuales circunstancias, sólo podemos esperar que: sean estúpidamente leales a quienes les ungieron sin reparar, en que es más importante ser honestamente eficaz, que ciegamente obediente al poder.

Así, se desarrolla la espiral: "cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto".

Cuando un profesional, universitario, llega al final de su tiempo como servidor público, mira hacia atrás y reflexiona sobre tres circunstancias: Tiene más pasado que futuro. Espera seguir siendo un ciudadano útil y respetado. Hace balance de lo mucho que entregó a su país, desde su conocimiento, experiencia y servicio.

La generación que se está marchando del SERGAS, por edad, presenta quejas muy fundamentadas. Lo difícil que les resultó acceder a la carrera sanitaria, entre oposiciones y responsabilidades permanentes por relación médico-enfermo-sociedad, y lo fácil que le ha resultado a un organismo gestor del derecho a la salud, prescindir de sus servicios mediante una carta en la que le aplica la orden de jubilación forzosa, sin más...

Me cuentan varios colegas, jefes de servicio por oposición, que un buen día, llegaron a sus despachos de atención clínica a sus pacientes, y el guarda de seguridad, irrumpió en tales, con la orden suprema de prohibirles la estancia en aquel lugar que, durante más de treinta años, era templo de ciencia para diagnóstico y tratamiento al servicio de la salud pública.

Puede que el referido "segurata" estuviera ejerciendo la obediencia debida, puede que hasta sintiera cierto regocijo en su oportunidad de hacerse valer, por las circunstancias, frente al veterano facultativo, puede que la escena sea el último acto de una tragedia en la que los Dioses del Olimpo -SERGAS- deciden terminar con: Perseo, Teseo, Jasón, Orfeo, Argos, y otros humanos, que han sido sus marionetas para mostrar al mundo, quien manda y quien es el mandado.

Pero, además de enseñarnos que sólo somos asientos contables en sus presupuestos, lo hacen con una desvergüenza y falta de consideración, sólo digna de: badulaques, zánganos y resentidos por su propia historia.