Mondoñedo en el recuerdo

JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ

A MARIÑA

23 oct 2014 . Actualizado a las 14:22 h.

Pardos edificios señoriales de artística labra, oscuras siluetas de clérigos y devotas, sinfonía de campanas, mosconeo de cabildo catedral». Con estas bellas palabras aparece descrita esta hermosa y antigua Ciudad en la novela Ribanova, publicada en el año 1928, de la que es autor Leopoldo Calvo Sotelo, padre del que fue presidente del gobierno español. Cuatro breves pinceladas que componen la más fiel descripción de esta antigua y cautivadora Ciudad.

De las cuatro pinceladas con las que pinta la silueta de Monteledo, nombre novelesco con el que identifica el autor a Mondoñedo, solo la primera conserva todo su histórico valor y su realismo reflejado en las fachadas de sus edificios señoriales y feudales y en las piedras de su catedral. De sus calles y plazas han desaparecido hoy aquellas oscuras siluetas de clérigos y devotas que se dirigían en un constante ir y venir hacia la catedral, el palacio episcopal o las aulas del seminario.

Son idos esos tiempos

Son idos también esos tiempos en los que las campanas convocaban a coro mañana y tarde, tañían anunciando las misas matutinas, doblaban en las grandes solemnidades o rompían el silencio de la noche convocando a la oración en el convento monacal. Su repicar permanente ponía voz a las piedras mudas de los viejos y nobles edificios de la Ciudad, revindicando su carácter de sede episcopal.

El cese de la monótona salmodia de los canónigos cantando los oficios en el coro arrullando la piedad de las devotas que acudían a la catedral ha llenado de silencio las grandes naves catedralicias hoy visitadas tan solo por los turistas que acuden a admirar su belleza arquitectónica como un museo cualquiera.

Oh tempora, o mores! Recuerdos que vienen a la memoria al contemplar lo que Mondoñedo fue en tiempos no tan lejanos y en lo que hoy se ha convertido. Nostalgia de los pasados tiempos vividos en esa cautivadora Ciudad. Añoranzas que recrean aquel Mondoñedo que aparece pintado en Ribanova. Niños correteando por sus calles el día de Reyes, gentes que llenaban sus callejuelas en un ir y venir a sus ocupaciones, jóvenes vagando por sus calles y cantones al atardecer, clérigos envueltos en sus negros manteos deambulando por sus plazas. De todo aquello que fue solo quedan hoy algunos viejos amigos para compartir con ellos un vino recordando tiempos pasados y llorando la ausencia de otros muchos y muy añorados a los que la parca ya se llevó.

De las tres notas distintivas con las que Cunqueiro adornaba a su amada Ciudad - Ciudad rica en aguas, pan y latín ? sólo la primera permanece. La elaboración industrial del pan igualó su calidad al de cualquier otra ciudad. La sustitución del latín por la lengua vernácula en la liturgia de la Iglesia debilitó la intensidad de su estudio hasta la desaparición de su enseñanza en las aulas del viejo seminario en las que ya no se declina el Rosa Rosae ni se escenifican las disertaciones públicas en la lengua de Cicerón.

Renaciendo a otra forma de vida

Pero, aunque esos tiempos no volverán, Mondoñedo no ha muerto. Mientras en las ferias de As San Lucas resuenen por sus viejas calles los cascos y el relinchar de las recuas de los caballos galopando hacia el Campo dos Paxariños Mondoñedo seguirá viviendo sus viejos días de gloria y asegurando su proyección hacia un futuro prometedor. De sus cenizas está renaciendo a otra forma de vida. De la savia que le proporcionan las profundas raíces ancladas en su historia y en su pasada cultura ha de emerger una nueva Ciudad llena de promesas y de futuro. Su privilegiada situación geográfica, su rica tierra y su juventud heredera de las gloriosas generaciones pasadas son garantía de un futuro prometedor que sin duda algún día vendrá