La pesca se pregunta cómo hacer con el pescado que no puede tirar

salvador serantes VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Tripulantes de un pesquero descargan en A Mariña las capturas que sí pueden comercializar.
Tripulantes de un pesquero descargan en A Mariña las capturas que sí pueden comercializar. pepa losada< / span>

Burela y Celeiro tampoco están preparados para gestionar lo que no pueden vender

01 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aprovechar al máximo los recursos pesqueros y, sobre todo, evitar tirar al mar los que no se puede vender ni evitar su captura. Por eso, la Unión Europea (UE) prohíbe desde enero devolver parte de las capturas del cerco y, cuando comience el 2016, tampoco lo permitirá en pincho, arrastre, volanta o artes menores. Igual que otras veces, las normas tropiezan con la realidad. A un mes de que se extienda la obligación de desembarcar muchas capturas, autoridades nacionales y sector se preguntan cómo cumplir el penúltimo reglamento europeo. Al igual que en la inmensa mayoría de puertos, los de Celeiro y Burela tampoco están preparados para gestionar productos del mar que no podrán dedicar a consumo humano.

«En pañales» ven en la pesca lo que algunos llaman la penúltima «revolución» en el sector. Hasta ahora, descartar es tirar al mar el pescado que no llega a la talla legal o que el barco no puede capturar. Teoría complicada en la práctica, sobre todo en embarcaciones que van a por una especie concreta pero cogen otras. Casi tan complejo como redactar normas que hagan posible cumplir esa decisión política.

Gestores públicos y privados, investigadores y profesionales de la pesca se preguntaban estos días en el simposio de Celeiro cómo gestionar el pescado que ya no podrá devolverse al mar. La primera incógnita es cómo guardarlo en los barcos y cuánto espacio restará a las capturas que sí pueden dedicar al consumo humano. Otra incertidumbre reside en cuánto descontarán los descartes de las posibilidades oficiales de pesca.

Preguntas sin respuesta

La gran pregunta, también sin respuesta, es qué hacer con ese pescado. Para el destinado al consumo humano están muy preparados puertos como los mariñanos de Celeiro y Burela. Para el que hasta ahora se descartaba, no. Porque es algo completamente nuevo y, por tanto, no hay infraestructuras ni alternativas de procesamiento. ¿Dónde lo almacenarán? ¿A qué se destinará? ¿Quién lo comprará? ¿Dónde se transformará? ¿Cuánto cobrarán armadores y tripulantes por algo que deberán trabajar?

La experiencia con la obligación de traer a puerto la mayoría de capturas se ciñe a la flota del cerco. Desde enero, tiene prohibido devolver al mar determinadas especies. Por lo que cuentan profesionales del sector, la propia Administración les ha dado las herramientas para que esa norma se aplique realmente en situaciones casi excepcionales.

Si se mantienen las previsiones, a partir de enero tampoco podrán tirarse al mar parte de la merluza, la cigala, el lenguado, el carbonero, el bacalao, el eglefino o el merlán que capturan pesqueros españoles en caladeros europeos y nacionales. Vigilarán a barcos concretos, en base a análisis de riesgos, basados, entre otros, en las capturas históricas. Son públicas las listas de embarcaciones sometidas a control. Entre ellas, palangreros de fondo, volanteros, arrastreros y barcos de artes menores.

Experimentando

Por lo que cuentan dirigentes pesqueros de A Mariña, la prohibición de los descartes afectará parcialmente a la flota comarcal el próximo año. Sin respuesta a las numerosas incógnitas sobre el reglamento, la pesca mariñana ha optado por seguir atentamente lo que se haga en otros puertos españoles. Aprenderán de lo que experimenten los demás.