Comercio y economía de Viveiro dependen de todos

ALBERTO GARCÍA, EMPRESARIO DESDE UNA VENTANA DE MI ORDENADOR

A MARIÑA

01 feb 2016 . Actualizado a las 18:16 h.

Hablando con un empresario de Viveiro de la evolución comercial del año 2015, me exponía una interesante cuestión demográfica-comercial. «Sobre el papel en este pueblo hay 16.000 habitantes, pero en realidad no podemos contar con más de 7.000, porque el resto o están empadronados y no viven aquí, o no hacen vida aquí».

Me hizo pensar en el funcionamiento comercial de Viveiro. Con una población, comercialmente hablando, de 7.000 personas, es imposible una estructura comercial estable: somos muchos a ofrecer productos a una masa crítica limitada. Como por esta masa crítica también luchan las grandes superficies de ciudades con más oferta de producto, tenemos un mercado comercial muy mermado y con una gran dispersión del gasto.

Esto, unido a la desesperante languidez de la economía, la desastrosa evolución del empleo y la competencia del mercado electrónico, hace que nuestros comercios de cercanía estén vacíos muchos días, y que sea un auténtico milagro mantenerlos. Aun así hay quien no es consciente de la realidad y vive en la inopia. Hace dos semanas me pidieron un millón de euros por quinientos metros de local sin acondicionar, en Viveiro claro, porque si fuese en Madrid lo entendería, pero ¿en Viveiro?.

Uno de los condicionantes para el desarrollo comercial es el precio de venta y/o alquiler de los locales. Es muy lícito que sus propietario pidan lo que consideren oportuno, pero es igual de lícito que nadie los alquile ni compre, que sigan vacíos durante años, deteriorándose, perdiendo valor y condicionando el crecimiento comercial, que a su vez repercutiría positivamente en su revalorización.

Este ya no es el Viveiro de hace 30 años, cuando la construcción despuntaba, en el pueblo había diariamente decenas de viajantes y comerciales, Alcoa y sus auxiliares estaban en pura ebullición y algún comercio del pueblo facturaba un millón de pesetas (6.000 eurazos), un día sí y otro también. Pero eso se acabó y lamentablemente no volverá. ¿Quién es el culpable? Todos un poco. La construcción duplicó o triplicó precios, no sus costes, el comercio abusó y ninguneó a quienes no tenían la misma capacidad económica, los alquileres se dispararon llegando a llamar a la calle Pastor Díaz «la milla de oro». Los bancos abrieron las manos e invirtieron en proyectos absurdos, la Administración llenó páginas con inversiones increíbles, pero? matamos a la gallina.

Ahora hay montones de pisos vacíos, la gente compra en internet lo que podría en el pueblo, los bancos no invierten, constructores que no crearon nuevo tejido empresarial con sus pingües beneficios son inmobiliarias, muchos dueños de locales siguen en el pasado, Alcoa y sus auxiliares ajustan mucho sus inversiones, los restaurantes cierran durante la semana porque no tienen clientes, y el comercio hace de tripas corazón para abrir cada día.

¿Solución? Difícil, no imposible. Si el pueblo entiende que comprar aquí es invertir en su futuro, para no vivir en una ciudad muerta, sin comercio ni hostelería. Si la Administración comprende que ahora importan el desarrollo del tejido industrial, las comunicaciones y la explotación de los recursos turísticos. Si los bancos se dan cuenta de que tienen que ser un socio y no un yugo. Si los rentistas ven que es preferible que su local este ocupado y revalorizándose. Si quienes hicieron fortunas en el bum inmobiliario reinvierten esa riqueza en nuevos proyectos locales que les permitan ganar más dinero. Entonces sí; entonces podremos decir que Viveiro es un sitio de oportunidades. Y si todo esto lo ligamos a la futura ciudad lineal de la Mariña, 80.000 habitantes, recursos redistribuidos, comunicaciones, estudios universitarios, industria, turismo, etc? la cosa cambiará, y cambiará mucho. ¿Alguien se atreve?.