Viveiro, nuestra Semana Santa

Xunta de Cofradías Semana Santa de Viveiro OPINIÓN

A MARIÑA

27 mar 2017 . Actualizado a las 13:54 h.

La Semana Mayor se celebran en una ciudad que conserva su aspecto medieval. Por sus calles, siglo tras siglo, han transcurrido los Pasos Procesionales de la Semana Santa. Dentro de las murallas de lo que antaño fue villa, se erigieron las dos iglesias parroquiales: Santa María del Campo, edificio románico, y la de Santiago el Mayor, de estilo romano-bizantino al ojival, en la Plaza Mayor, demolida en 1840; y fuera de las murallas existían los Conventos de San Francisco y Santo Domingo.

Siendo Viveiro una de las poblaciones más antiguas de Galicia, se supone que conmemoró desde los Primeros Siglos del Cristianismo, la Sagrada Pasión del Señor. Pero a partir del siglo XIII, cuando se asientan franciscanos y dominicos, se celebra con extraordinaria solemnidad. De ese origen nos viene ese sentimiento que los viveirenses interiorizamos, dándole un contenido espiritual, del alma, al evocar algo tan grande como es la Pasión que Cristo vivió por todos nosotros. Ese sentimiento de dolor lo queremos transmitir a todos, representando ese Calvario en las 15 Procesiones que las ocho cofradías ponen de manera lúdica y brillante, sin abandonar la sobriedad.

Juan Donapetry Iribarnegaray, apuntaba «que hace años en la noche del Jueves Santo, los fieles de las aldeas del contorno formaban una especie de campamento, prefiriendo sufrir a la intemperie las molestias de una velada al aire libre, antes de perder un puesto o llegar tarde a la Ceremonia del Encuentro». Ese afán de participación se ha consolidado y transmitido con tal fuerza que la mayoría de la gente que acude a Viveiro se incorpora para sentirse integrada en desfiles y actos llenos de sentimiento, devoción y respeto, y con un amplio contenido religioso, que es la base y lo que da sentido al resto.

Nuestra Semana Santa, sí, la de Viveiro, con orgullo de que poseemos algo único, porque tenemos muchas cosas que nos diferencian de otras no menos importantes y que lo vivenciamos como propio, pero al mismo tiempo, con espíritu de compartirlo y vivirlo en solidaridad con los demás. Hemos conseguido que poseamos una ciudad apasionante, con una gente apasionada, en un entorno apasionado y una historia apasionada que desde el siglo XIII nos convierte en especiales.