«Con más voluntad quizás hubiera llegado lejos en el mundo del fútbol»

Iván Díaz Rolle
i. díaz rolle VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

p. losada

El exjugador rememora sus tiempos como referencia de un Viveiro que apuntaba a 2.ª B

23 may 2017 . Actualizado a las 12:12 h.

Hasta el propio Daniel Pena Louzao, «Bossa» (Viveiro, 1964) perdió la cuenta de las veces que la grada del Cantarrana -«entonces llena», recuerda- se levantó con sus goles. Eran otros tiempos, en los que el Viveiro CF soñaba con alcanzar la Segunda División B, con el delantero zurdo como estilete.

-¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando piensa en sus tiempos como jugador?

-Mis inicios, en el fútbol sala, y cuando en el 85 o 86 salté al Viveiro. Mis primeros pinitos fueron en el Lourenzá. Me vino a buscar el exdeportivista Rego Rey porque se jugaban mantenerse en Primera Regional. Me hizo una oferta irrechazable para lo que era entonces. 100.000 pesetas para 10 partidos, 10.000 por partido. Y me fue de maravilla, nos salvamos y la fiesta para celebrarlo fue tremenda. Luego me llamó Lito, que era el presidente del Viveiro, y allí me fui a jugar, a una Tercera de un nivel descomunal, con equipos como el Lugo, el Ourense, el Arosa...

-¿Echa de menos aquello?

-Claro que sí, fue una etapa preciosa, era joven y disfruté mucho. Cantarrana siempre estaba lleno, y teníamos un equipazo, jugamos cinco promociones de ascenso a Segunda B. Siendo de aquí no se podía pedir más: jugar en tu club, en el Viveiro, con entrenadores y jugadores de tantísimo nivel, con el campo lleno, con directivas serias y pagadoras...

-Y, ya retirado, ¿nunca se planteó vincularse al fútbol de otra forma?

-Ya viví todo lo que quería en el fútbol. Ahora tocan otras cosas. Podría haber sacado el carné de entrenador, como muchos compañeros, de aquella casi lo regalaban. Pero ahora, con el bar, que apenas me deja tiempo, la familia...

-Su trayectoria es muy extensa.

-Sí, la etapa en el Racing de Ferrol fue muy bonita también porque conocí otro fútbol. El salto de Tercera a Segunda B era muy grande, allí me entrenó Fernando Vázquez, que ya se le veía que iba a ser muy bueno, y coincidí con Agulló, Mauri, Luis César Sampedro, que era mi compañero de piso... Pero me costó adaptarme a aquel fútbol, jugaba de carrilero, y yo venía del Viveiro acostumbrado a dominar y llevar la iniciativa contra todos los equipos.

-También pasó por el fútbol más humilde.

-Sí, ya con 30 y pico años, primero fui al Muras, por amistad con Luis del Río, que se metió a entrenador, y luego me fui con él al Xermade. Y después aún estuve en otros equipos, conociendo la Segunda y Tercera Regional, en el Rioaveso, en el Catro Roldas. Allí estuve hasta los 42. No era fácil jugar en esas categorías, los defensas decían: «A Bossa déjamelo a mí». Todo el mundo quería hacer el partido de su vida contra mí porque me conocían.

-Qué distinto su Viveiro del actual, ¿no?

-Tendemos a pensar que las etapas pasadas fueron mejores siempre. En este caso, sí creo que no se ve lo que se veía. Fueron cinco promociones, y ahora el Viveiro está en Preferente. Tuvimos directivas muy serias, con Docobo, con Lito... Éramos casi profesionales en Tercera, no recuerdo una sola vez que no cobrásemos al día. El fútbol movía entonces mucho dinero y mucha gente. Ahora con tanto fútbol de Primera por televisión, creo que en el de 2.ª B para arriba hay un auge, pero desde Tercera para abajo la cosa va a peor.

-¿Qué les faltó para ascender a Segunda B?

-Era muy complicado por los equipos que había, y creo que las directivas, que siempre cumplieron, fueron precavidas porque dudaban si las cuentas saldrían en la categoría superior. Y aún así un año estuvo cerca, contra el Zamora.

-¿Quién fue el mejor jugador con el que compartió vestuario?

-Silvano, Otero, Torres, Méndez... Hubo muchos, pero quizá me quede con Kiko Rey, un delantero centro de los que ya no quedan, que entrenaba mucho, sacrificado, fortísimo de cabeza y nada malo técnicamente. Convenció a Lillo en el Endesa y se lo llevó al Salamanca, y ahí pasaron de Segunda B a Primera.

-¿Y un entrenador?

-Con Molina, que era un señor del fútbol y estuve con él cinco o seis años. Aunque tácticamente los tuve mejores, como Fernando Vázquez, que era diferente, por algo llegó a Primera.

-¿Su mejor recuerdo en un campo de fútbol?

-Un partido contra el Cambados de Sito Miñanco. Hizo un equipazo, comprando a los mejores de Segunda B. Se llevó la Tercera de calle, sin perder un solo partido. Pero en Cantarrana hincó la rodilla. Ganamos 2-0 llegando una vez a portería, defendiendo todo el partido. Metí los dos goles; el primero en un contragolpe en la primera mitad, y el segundo en un rechace que me cayó en el medio del campo, vi a Santi Millán adelantado y lo batí con un zapatazo desde campo propio. Menuda pañolada después en Cantarrana, estaba lleno. Muchos aficionados de entonces me recuerdan ese partido.

-Seguro que perdió la cuenta de su número de goles en el Viveiro.

-Es complicado contarlos... Creo que excepto los cuatro o cinco primeros años siempre estuve por los 20. En mi mejor temporada, 28.

-¿Se le quedó el gusanillo de no haber jugado más arriba?

-No se dio el momento, no coincidió. Siempre me dijeron que era bueno, pero igual no era tan fácil como ahora, que hay muchos ojeadores en todos lados. Era joven, quizás yo tampoco puse toda la voluntad que hay que poner, sino quizás hubiera llegado lejos en el mundo del fútbol. Si me lo hubiese tomado con la seriedad de Kiko Rey, creo que podría haber llegado... Disfruté del fútbol, pero también de otras cosas, y el tiempo pasa rápido. Quizá cuando llegué al Racing de Ferrol ya era muy tarde. Pero no tengo queja de nada, tampoco de mi actual situación, soy feliz en este negocio (lleva el bar de su familia en Viveiro).

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