Varios de los vecinos de O Celeiriño citados a juicio ya han fallecido

Inmaculada Eiroá González
inma eiroá VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

xaime fernández ramallal

Con sinceridad aplastante, casi nadie ocultó que quiere que gane el Concello

07 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos doce de aquellos vecinos que fueron desalojados de sus casas declararon ayer como testigos por el caso de O Celeiriño. Con sinceridad notable, la mayoría reconoció que prefería que ganara el Concello, que fue quien les ayudó. Al menos cuatro de los convocados no acudieron al juicio, al estar fallecidos. Otra anciana tampoco asistió, al estar en una residencia en Xove.

Todos, absolutamente, recordaban el día del desalojo. A unos los pilló sentados a la mesa para almorzar, otros estaban fuera de casa y al llegar se toparon que no les dejaban entrar. Hay quien reconoció que estuvo a tratamiento después de lo ocurrido.

Abrió la tanda un vecino que habitó en el número 5 de la calle Golondrina. Iban a comer cuando les mandaron salir. En este caso, la familia, se trasladó una semana a casa de un hijo y luego ya se trasladaron a otra de alquiler, pagado por el Concello. Con el dinero que recibió del Ayuntamiento, explicó, se compraron la vivienda. Dieciocho millones de pesetas.

La segunda en declarar fue una vecina de Amargura Nº 7. Sintió ruidos, como si se rompiese algo, y subió a su habitación. Les avisó el capataz de la obra: «Salide, que ven todo abaixo», les dijo.

Manifestó que las grietas en la casa comenzaron con la obra, que antes estaba bien. En su caso, se fueron al domicilio de una tía 22 días y luego a un piso de alquiler en Lodeiro que pagaba el Concello. La casa de Amargura, señaló, está deshecha, no vale para vivir. Últimamente se han trasladado a una casa en Celeiro que ocupaba un hermano. En el caso de esta familia, han conseguido una indemnización de 28.000 euros tras un pleito con la promotora. En Amargura 7 estaba también Antonio. «Viví allí 57 años y nunca hubo problemas. Mi casa estaba arreglada y en buenas condiciones», explicó. Pero tras las obras quedó muy dañada, afirma. Después de avisarles el encargado de la obra se fueron a casa de un cuñado, luego a Lodeiro; ahora está en Lavandeira, Celeiro, en una vivienda suya.