Fina Vázquez y la compleja relación del castrismo con los emigrantes

La Voz

A MARIÑA

D. FERNÁNDEZ VILLAR

Otro caso similar al de esta viveirense, que trabajó en la Banca Mendoza, fue el del ourolense Jesús Méndez

25 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Félix Grande escribió un día «donde fuiste feliz alguna vez/ no debieras volver jamás: el tiempo/ habrá hecho sus destrozos, levantando/ su muro fronterizo/ contra el que la imaginación chocará estupefacta».

No pensó en Cuba, pero podría haberlo hecho. Porque la revolución castrista no siempre fue igual. En 1959, Castro llevaba en el pecho una imagen de la Virgen del Cobre. Y en 1968, tras su discurso en la Universidad, abolió la propiedad privada y abrazó el comunismo.

El Castro regenerador de los inicios fue apoyado por muchos emigrantes gallegos cansados de la corrupción y los abusos de Batista. Pero diez años después ya el tiempo había intervenido y conocieron la otra cara de la luna. A los de clase media y alta, les quitó sus propiedades y el capital acumulado durante años. Y por el contrario, a los de clase baja, que trabajaban por cuenta ajena, les dio alguna ocupación y ciertos servicios…

Hoy, 60 años después, quién viaje a Cuba con la mente despejada y la mirada limpia verá un país en el que el turista es el rey, el régimen una satrapía, los ciudadanos unos supervivientes adocenados, y los jóvenes unos locos de la tecnología y la moda sin más ilusión que huir, escapar, irse…

Pero cuando los barbudos llegaron a La Habana en 1959 las cosas no eran así. Lo supo bien Fina Vázquez, la hija de un emigrante de Bravos (Ourol) y de una mujer de Triacastela, que nació en La Habana en 1922.

A las órdenes del Che

Su historia, recogida por José Antonio Vidal, resume una época. Cuando nació, sus padres regentaban una mueblería que les dejó un tío que retornó a Galicia. Tres años después el negocio quebró y regresaron a Viveiro. En 1929, agobiados por las deudas y las nulas expectativas, volvieron a Cuba y dejaron a sus 6 hijas internas en un colegio de monjas de la villa.

En La Habana trabajaron como domésticos. Pero la Ley de Nacionalización del Trabajo y la crisis económica los dejó sin empleo. De vuelta a Viveiro, las convulsiones de la España republicana los empujaron a marchar de nuevo. Esta vez llevaron a sus hijas _acogidas por dos tías criadas_ y el padre se empleó en 1936 como cobrador de La Benéfica del Centro Gallego entonces presidido por el viveirense Antonio Rodríguez Vázquez.

Sobrevivían. Y Fina entró a trabajar en la Banca Mendoza. En 1958 ganó unas oposiciones al Banco Nacional. Al llegar Castro, respetaron su plaza y estuvo a las ordenes del Che, que presidía la entidad. Luego la trasladaron al Ministerio de Comercio donde su jubiló. Murió en La Habana en 1997.

Hubo otros casos similares. Por ejemplo, Jesús Méndez, que en 1998 presidía Viveiro y su Comarca. Nació en Ourol en 1924 y emigró en 1949. Tenía una vidriera (pequeño estanco) en un café. Fidel se la intervino en 1962 y desde entonces vivió conforme con la asignación que le concedió el Estado como responsable de almacén.

martinfvizoso@gmail.com FOTOS: David Fernández Villar