La identidad de los gallegos en Argentina que contribuyeron a formar músicos de Mondoñedo

martín fernández

MONDOÑEDO

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

En la diáspora tomaron conciencia de quiénes eran y de dónde venían

23 jul 2023 . Actualizado a las 19:12 h.

Entre todas las artes, la música es la que está más cerca de las lágrimas y de la memoria. Apela al sentimiento, apunta directo al corazón. Wilde decía que está conectada con la faceta emocional del ser humano. Tal vez por eso siempre fue la música el mejor conducto, el canal óptimo para configurar la identidad de los emigrantes en los nuevos espacios sociales que ocuparon. A través de ella, los gallegos en la diáspora tomaron conciencia de sí, de quiénes eran, de dónde venían. Músicos de Mondoñedo -Veiga, Lisardo García, Doménech, O Refaixeiro- fueron decisivos en Argentina para forjar y fortalecer esa personalidad gallega, galaica, universal.

La propia fundación del Centro Gallego de Buenos Aires el 2 de mayo de 1907 es una prueba de cómo la música modela los comportamientos sociales. Cuando en 1906 falleció el compositor mindoniense Pascual Veiga, algunos emigrantes en el Río de la Plata organizaron un homenaje en su honor. Se celebró el 31 de octubre en el Teatro Victoria y el programa incluía la actuación de los tres orfeones típicos de Galicia que existían en aquel momento en la capital porteña: el Orfeón Gallego, el Gallego Primitivo y el Orfeón Mindoniense. Nunca actuaran juntos hasta entonces debido a rencillas y rivalidades societarias. Pero aquel día 120 voces fueron una sola voz bajo la dirección del músico barbanzano Egidio Paz Hermo.

Risas y abrazos sin motivo

Desde el inicio mismo de los primeros rumores de la Alborada, un temblor de emoción recorrió la sala y, al salir, todos sintieron una especie de vértigo y de felicidad que se apoderó de ellos, les hizo sentirse amigos, darse golpes en la espalda y ruidosos abrazos y reírse sin motivo. La culpa era de la música, de Pascual Veiga, de saberse gallegos. Todos expresaban el deseo de que los tres orfeones no se separaran nunca y de que se fundara un Centro que -como los de La Habana, Madrid, Barcelona o Baracaldo- fuese la casa común de los hijos de Galicia en Argentina. La idea apareció en los periódicos y así nació esa torre de razón y de firme fe, el Centro Gallego de Buenos Aires.

A partir de ahí, no hubo reunión de gallegos -esos seres extraños que respiran por la lengua, como decía Cortázar- que no contase con gaiteiros, fandangos y alalás. Otro mindoniense tuvo un destacado papel. Lisardo García y era uno de Los Gaiteiros de Vilaverde que acompañaban a Manuel Dopazo Gontade, el silledense que llevó la gaita a la cima en Buenos Aires. Dopazo había nacido en Manduas en 1882, llegó a Buenos Aires como polizón en 1902, tuvo once hijos e hizo de la gaita su medio de vida. Grabó discos y películas, recorrió Brasil y el Uruguay y llegó a actuar en el Teatro Colón en 1929 ante el presidente argentino Hipólito Irigoyen y el embajador de España, Ramiro de Maeztu.

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Lisardo García y Os Gaiteiros de Vilaverde, Doménech y el cuarteto Os Veiga

En Los Gaiteiros de Vilaverde figuraban hijos de Dopazo y músicos gallegos como Avelino Castro, Aurelio Sixto, Victoriano Sierra, Ramón Lestón, José Muras y el mindoniense Lisardo García que, desde 1920, contaba con orquesta propia. En el número 5 de Acción Gallega anunciaba «Gaitas, Bandas y Orquestas para romerías. Director: Lisardo García. Correspondencia a Moreno 1332 (sede de Casa de Galicia) o Cevallos 960 (domicilio)». El mindoniense actuó durante cerca de 20 años en fiestas, bailes y romerías de las sociedades de emigrantes.

El 25 de enero de 1932, por ejemplo, Céltiga informaba que Mondoñedo y Distritos celebrara una fiesta campestre en la quinta La Ñata, a orillas del Río de la Plata. Del amplio programa destacaba una «alegre Farándula» y el «Entierro de la Sardina». Y señalaba que «los actos y bailes estuvieran magníficamente amenizados por las orquestas y banda del maestro mindoniense Lisardo García».

Una actividad musical similar a la suya fue la de otro mindoniense, Víctor Domenech Amieiro, que, antes de emigrar a la Argentina, formó parte del cuarteto Os Veiga. En 1910, ya en Buenos Aires, participó con Jesús Polo y Valentín González en el homenaje y recaudación de fondos para dar una medalla de oro a Noriega y en 1914 en el homenaje y mausoleo de Leiras. Tuvo responsabilidades en el Centro Gallego, fundó Mondoñedo y Distritos en 1920 y bajo su presidencia en 1923 la sociedad publicó Do Noso Lar, un álbum de 96 páginas -que sigue sin reeditarse- en el que escriben Emilio Tapia, Polo, Lence, Lorenzo Rico, Ricardo Veiga, Villar Ponte, Ángeles Vázquez, Noriega, Carré y otros.

Doménech formó varios grupos de gaitas, uno de ellos constituido por él mismo, Augusto Insua y el dibujante cervense Cao Luaces. En 1928 organizó la fiesta de los Remedios en Buenos Aires en la que -según la prensa- recibió por su actuación «frenéticos aplausos». En la celebración -una de las más nombradas de la colectividad- intervinieron también el Orfeón Mindoniense, un cuadro de Declamación y «la inspirada poetisa Pepita Moirón Paz» con un poema dedicado a la Virgen.

O Refaixeiro fingía ser ciego para tocar el violín en fiestas eróticas y privadas de Buenos Aires

A finales del siglo XIX y principios del XX, la incipiente burguesía gallega en la diáspora financió actuaciones musicales de grupos o solistas gallegos en los países de acogida. Os Montes de Viveiro, Os gaiteiros de Soutelo, Manuel Quiroga, Los Monfortinos, Perfecto Feijoo y el coro Aires da Miña Terra o el gaiteiro O Ventosela fueron algunos de los requeridos desde Cuba y Argentina para tocar temporalmente, o en alguna celebración puntual, en esos países. Ese mismo interés suscitaron los ciegos que, con sus violines, eran llamados para recitar coplas y sucesos -como hacían en las romerías gallegas- o para animar fiestas públicas y privadas con alto contenido erótico y sexual. Se decía que, por sus singularidades, eran especialmente aptos para ellas al ser discretos por fuerza…

Uno de los primeros en acudir a esa especie de emigración temporera fue José Antonio Ramos Gasalla, O Refaixeiro, nacido en 1853 en O Coto do Outeiro, en Mondoñedo. Lence Santar, Andrés García Doural o X. M. Díaz Branco se ocuparon de la vida de este mindoniense que tenía una gran formación musical al ser alumno de la Capilla de Música de la Catedral y, años después, salmista en el templo diocesano.

O Refaixeiro viajó a Argentina y se hizo pasar por ciego para poder ser contratado, participar y sacar partido de sus intervenciones en las muy bien remuneradas fiestas privadas de los niños bien gallego-argentinos. Estuvo varios años en Buenos Aires y, a su regreso, formó una charanga que actuaba en fiestas y diversos actos en Mondoñedo y su entorno hasta su muerte que tuvo lugar en 1914, a los 61 años.