Ramón Souto, de O Valadouro: «Sigo vivo gracias a los socorristas»

R. GARCÍA, S.C.

O VALADOURO

Sufrió una muerte súbita en la playa y lo salvaron los vigilantes del arenal

21 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta hace unas semanas Ramón Souto, Moncho, como es conocido, estaba cada día a las siete de la mañana en la playa de Riazor. «Ahora, como a esa hora aún es de noche, voy sobre las ocho y media», explica este hombre natural de O Valadouro que vive en A Coruña desde hace años. Ramón Souto fue salvado in extremis por los socorristas de un episodio de muerte súbita y relata ahora su experiencia a La Voz.

«Ya me dijeron en el Chuac que ahora tengo dos cumpleaños, el mío que es el 3 de marzo y el del día que me salvaron, el 5 de agosto del año pasado. Estaba en la playa de Riazor y acababa de bañarme. Habían venido unos amigos y me puse a hablar con ellos. Era un día de sol y me cambié de bañador. Estaba hablando con ese matrimonio y caí al suelo redondo. No me acuerdo prácticamente de nada, solo algo de cuando iba en la ambulancia y luego cuando estaba subiendo al quirófano....

«Me hicieron un cateterismo y me metieron stent. Hacía dos años que me habían puesto una válvula aórtica pero en el mes de febrero había ido a hacer la revisión y el cardiólogo me dijo que estaba perfectamente. El problema fue una arteria que al parecer fue atascándose y me provocó eso que llaman la muerte súbita», recuerda.

«Me salvé en la playa gracias a la ayuda de los socorristas. En el hospital me decían, si no llegan a estar los socorristas estarías muerto y si te hubiera pasado durmiendo, ya ni te enterabas. La suerte mía fue que estaban ahí los socorristas y eso que eran las once menos cuarto de la mañana. Si no llegan a estar no lo cuento...», explica Ramón Souto.

«Ellos empezaron a reanimarme, lo de la ambulancia siguieron con la faena y la terminaron en el hospital en Coruña. Eso fue el 5 de agosto y a finales de ese mismo mes ya estaba en la playa nadando otra vez».

«Ahora llevo una vida normal, aunque con cuidado. Lo que me pasó a mí es una muerte súbita, que por lo que me explicaron los médicos es un grado más que el infarto. La suerte es que de ésta si te salvas no queda el corazón dañado y con el infarto sí puede quedar».