En nombre de la unidad perdida

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Un grupo de bateeiros indignados intenta dar forma a sus reivindicaciones, salvar las contradicciones y dar coherencia interna al nuevo movimiento

27 ago 2014 . Actualizado a las 06:52 h.

«Nunca nos foi tan ben como cando o sector estivo unido». La frase se puede oír cualquier día, en cualquier puerto de cualquiera de las rías gallegas que producen mejillón. Puede salir tanto de la boca de bateeiros que llevan toda la vida sometidos a la disciplina de una organización como, paradojas del sector, de labios de quienes en su día decidieron salirse de esas estructuras y vender su producción a su manera. Hablando de bateeiros, «unión» es una palabra que va camino de gastarse de tanto usarla en vano. El lunes, un grupo de mejilloneros convocados por whatsapp se reunieron en Vilaxoán para intentar volver a darle contenido a esas cinco letras. Ayer volvieron a concentrarse en los jardines de Doña Concha, y el viernes, a las seis de la tarde, celebrarán una nueva asamblea en el auditorio de A Illa. Esperan que, para entonces, los dos cientos de personas que ya se han movilizado se hayan convertido en muchas más.

¿Quiénes son y qué quieren? Se definen como bateeiros de base. De esos que se han hartado de llorar sus problemas en las tabernas y de arreglar el mundo acodados en los muelles. Quieren forzar a los dirigentes de las organizaciones que quedan en el sector -cada vez más debilitadas por la continua fuga de socios- a sentarse a hablar. A unirse para hacer frente a los problemas que han colocado a los bateeiros contra las cuerdas. Su presencia ayer a las puertas del Intecmar, donde se iba a reunir la mesa del mejillón, hizo que los representantes de la producción en este foro se viesen forzados a reivindicarse. «Os membros da comisión queremos reiterar a nosa representatividade e lembrar aos nosos representados que serán puntualmente informados, ao igual que o viñan sendo ata o de agora cada vez que se produce algunha novidade destacable», leyó Ignacio Lorenzo, el presidente de Opmega, al término del encuentro.

Esas palabras llegaban un día después de que en los jardines de Vilaxoán, los asistentes a la concentración convocada por whatsapp afirmasen, una y otra vez, que los dirigentes de las asociaciones «non nos representan», y que «non defenden os intereses do sector». Dos acusaciones duras que desde las directivas repelen: «A min chámame a atención que moitos dos que din que non os representamos e dos que claman pola unidade do sector sexan deses que están por fóra de todo e que non pertencen a ningunha organización», comentaba ayer un dirigente bateeiro que presume de no hacer nada sin el aval de su asamblea de socios.

«A maior parte da xente que está aquí está en asociacións», replican desde el jardín de Doña Concha. En realidad, entre los asistentes a estas asambleas hay un poco de todo. Y de lo que se trata, dicen quienes a ellas asisten, es de aprovechar esta corriente para ir sumando brazos para defender los intereses del sector, todos a una.

Ayer, por aclamación, se eligió a una portavoz de un grupo que aún no es ni plataforma, ni asociación. Rosa María Blanco, la mujer que el lunes convirtió una deslavazada concentración en una asamblea, fue señalada por sus compañeros como la persona que debe «falar claro» con los dirigentes de las asociaciones del sector. Y es que esa ronda de contactos parece ser el primer paso de la hoja de ruta que se trazará el viernes. Lograr convencer a todas las organizaciones de que hay que poner rumbo a la unidad es otro de los objetivos marcados. Y si para eso hay que cambiar caras, «que se cambien».