Vilagarcía ha reducido su población de palomas de 2.000 a 500 ejemplares

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Plagal las captura en la zona portuaria utilizando un reclamo de tipo sexual

02 sep 2014 . Actualizado a las 06:57 h.

Hace escasamente un año, las palomas constituían un problema de primera magnitud para los vecinos del centro de Vilagarcía. Este tipo de aves, la especie más extendida de la fauna urbana, con permiso de las ratas y otros roedores, campaban por sus respetos en lugares como la plaza de la Independencia o el entorno de la iglesia parroquial, convertidas en un verdadero incordio que generaba multitud de quejas. En marzo, de forma sorprendente, su presencia comenzó a menguar. Tres meses atrás, la empresa Plagal, concesionaria del servicio de control de plagas, les dio la puntilla, al comenzar a capturarlas a través de un sistema de jaulas y reclamos sexuales. Su número se ha visto reducido, finalmente, a una cuarta parte.

«Calculamos que a poboación de pombas de Vilagarcía podía situarse nuns dous mil exemplares antes de emprender esta campaña; agora podemos estar falando duns cincocentos», explican los responsables de la compañía. En lugar de buscar sus nidos, empresa harto dificultosa, la estrategia diseñada por Plagal apunta al entorno portuario de la capital arousana. La razón es sencilla: las descargas de cereales proveen a las palomas de alimento más que suficiente para prosperar y multiplicarse. De hecho, no era extraño toparse en las calles del centro con pájaros orondos, de porte hermoso y bien nutrido. «Os cereais -añade la firma concesionaria- fan do Porto un auténtico comedor para as pombas, así que é aló onde actuamos».

Jaulas como nasas

Alcanzar los muelles desde A Baldosa, la plaza de España o A Mariña, lugares en los que probablemente se encuentren la mayoría de los nidos, no es, para estas aves, más que un mero paseo. Sin embargo, desde hace tres meses su recorrido diario en pos de alimento fácil acaba con frecuencia en el interior de una jaula. Un reclamo sexual -un palomo en celo, por ejemplo- las atrae a su interior, del que ya no pueden salir, funcionando en tierra como una nasa lo hace en la mar.