En su comparecencia de ayer, los responsables del grupo cartonero centraron buena parte de su discurso en el errático comportamiento del Concello con respecto a los compromisos adquiridos hace diez años en su convenio urbanístico. El tono con respecto a los trabajadores y al comité de empresa fue, sin embargo, infinitamente más amable que en sus anteriores declaraciones. Cierto que de la segunda reunión no se extrajo ningún acuerdo, pero la dirección mostró su «moderada satisfacción» por el hecho de que los portavoces de la plantilla vayan a plantear una contrapropuesta a su última oferta (renunciar a las 20 subcontrataciones a cambio de mayor flexibilidad horaria y un recorte salarial importante). «Hemos hecho movimientos en la línea de llegar a un acuerdo y esperamos que vengan con una propuesta realista que nos permita avanzar», señaló el director de Recursos Humanos con la vista puesta en los encuentros sucesivos entre el miércoles y el viernes de la semana que viene.
De salarios y otras cuestiones
La empresa quiso celebrar el papel de Benigno Sánchez -el mediador propuesto por el Consello Galego de Relacións Laborais- y el hecho de que, en su opinión exista, por primera vez, una disposición real al diálogo. Entre los factores susceptibles de negociación se encuentra la forma en la que se aplicarían los recortes salariales. «Nunca hemos hablado de una reducción lineal de un 30 %, sino de la masa salarial promedio, por lo que pueden estudiarse fórmulas equitativas y justas de hacerlo, buscando un menor impacto», explica Juan Antonio Vales. «Que el coste medio de cada trabajador en producción sea de 35.000 euros no quiere decir que sea lo mismo cobrar 20 que cobrar 40», ejemplificó el director del departamento de Personal. Lo que no es posible, sentenció, «es que no se produzca ningún despido», ya que el ERE, defiende la empresa, obedece a una causa. Al menos seis puestos desaparecerían con la renovación tecnológica y otros seis por motivos de reorganización.