Silgar cultiva tomates

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

AROUSA

MARCOS GAGO

Una planta ha conseguido no solo germinar, sino también dar fruto en una de las zonas más concurridas de la playa más famosa de Sanxenxo

04 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A la famosa cebolla de Sanxenxo le ha salido una competidora, una humilde tomatera que se ha colado, literalmente, en la parte más concurrida de la céntrica playa de Silgar. Inadvertida por los miles de turistas que utilizan esta playa para tostarse al sol y darse un baño, esos mismos rayos del astro rey han permitido que la semilla, que de forma algo inexplicable acabó en la arena, germinase, creciese y diese fruto. Si tienen dudas, y salvo que algún desaprensivo la arranque, acérquense por Silgar y busquen, como en el juego de dónde está Wally. La humilde hortaliza está allí, compartiendo espacio codo con codo con lo más selecto de los turistas de las Rías Baixas. Solo le falta una cosa, sombrilla, toalla y silla. Por lo demás, no hay duda de que el sol de julio le ha dado de lleno y que, a falta de ponerse morena, ha optado por un verde brillante, que anticipa un sabroso rojo con un toquecillo salado a mar.

Ubicada cómodamente entre el muro del paseo de Silgar, una rampa de bajada a la playa y la propia arena, la tomatera empezó a crecer hace varias semanas. Pocos fueron los que la identificaron. Y es qué, ¿cuántos tomates se ven crecer en una playa? La respuesta es, normalmente, ninguno, de ahí que los pocos que sabían de qué se trataba hicieron apuestas sobre cuánto iba a durar en Silgar.

Porque para colmo, la tomatera no está colocada en un sitio escondido, ajeno a los ojos de los miles de bañistas, sino que exhibe sus verdes hojas y sus por ahora verdes tomates, a la vista de todos. Es tan obvio que está ahí, que precisamente esa pueda ser la razón de que pocos la descubran. Nadie se la espera en una playa.

Es el caso de algunos de los bañistas que ayer utilizaron la rampa para acceder a la playa. Cuando vieron al fotógrafo haciendo fotos, más de uno se sorprendió, se paró y con un gestó de incredulidad, preguntó: «¿Aquí crecen tomates? No me lo habría imaginado, uso esta bajada todos los días y nunca los vi», comentó una usuaria.

Si los bañistas son indiferentes, parece que el cielo no lo es. Como si tuviesen especial cuidado de esta planta y para que no le falta de nada, hasta las nubes se han aliado y en estos días la riegan de vez en cuando con una suave llovizna. A este paso, los tomates de la primera cosecha cultivada en Silgar en tiempos recientes estarán maduros en unos días. Y solo entonces se abrirá el nuevo capítulo de esta inusual historia. ¿Se atreverá alguien a cosechar los tomates cuando rojeen en la planta? ¿Se servirán en alguna ensalada?

Los espacios públicos han dado más de una anécdota en los últimos años. A la tomatera de Silgar le precedió en el 2011 la planta de marihuana que, cual una ornamentación más, creció tan pancha en una rotonda en pleno centro urbano de Bueu. En aquella ocasión, no tuvo suerte. Acabó arrancada del jardín.