Inversión de futuro

Roberto Antón

AROUSA

28 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo que todos podemos llegar a emocionarnos con algún recuerdo de nuestra infancia. En mi caso, uno que resulta especial para mí me trae a la cabeza la imagen de una pequeña excursión que hicimos al monte cuando estaba en parvulario. Con los años he vuelto por aquel lugar y he podido comprobar que aquel camino para mí interminable de aventura era poco más que un sendero de apenas medio kilómetro. También estuvimos jugando en una pequeña arboleda que yo en mi cabeza recuerdo como un frondoso bosque. Durante los cursos siguientes esperé que aquella aventura se volviese a repetir en algún otro momento, pero desgraciadamente aquello nunca sucedió.

Otro recuerdo, este más reciente, que tengo guardado en mi retina es el de una escuela rural que tuve la fortuna de visitar. En aquel pequeño espacio me encontré un lugar de actividad intensa, donde niños de todas las edades resolvían sus dificultades en asambleas al mismo tiempo que, en otro espacio cercano, padres y madres colaboraban conjuntamente en la confección de los materiales para una actividad con los niños. En aquella escuela la vitalidad de los niños era una energía que fluía sin cortapisas ni complejos, con total libertad, y era tan frecuente salir al monte a ver los animales que por allí moraban, como ver que los padres participaban activamente en actividades en la escuela. El colegio era parte de la comunidad, y la comunidad era parte del colegio.

Por desgracia, cada vez son menos las escuelas que pueden poner en práctica este tipo de estrategias educativas, ya que en numerosos núcleos del rural muchos de esos centros educativos están cerrando porque resulta costoso mantenerlos. Desconozco el coste que puede tener vertebrar a una comunidad en torno a una escuela, ni tampoco lo que puede valer el tiempo que comparten los padres con los niños haciendo actividades conjuntas, ni el precio del recuerdo que pueda llegar a tener un niño de un bosque frondoso, pero seguro que cualquiera de esas experiencias resulta una gran inversión de futuro.

*Roberto Antón es psicólogo y experto en infancia y adolescencia.