De los tiempos de Cores Caldelas a los de una trama capaz de manejar millones

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

27 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A Don Piano le dieron fama los excesos de los años 80 y una muerte sonada. La de Ramón Antonio Cores Caldelas, uno de los hombres que inauguraron el legendario local, veterano de la Nécora y la Operación Santino, al que persiguieron jueces como Garzón o Bueren y acabó calcinado en Caldas, junto a un automóvil, el 24 de marzo de 1998. Desde entonces ha llovido mucho, a medida que se sucedían los responsables de un pub que fue desprendiéndose de su sombra en la misma proporción en que caían sus cajas y se esfumaba su clientela de antaño.

A muchos de quienes echaban ayer el vermú en los bares de O Ramal les sorprendió ver esposado a su actual gerente, David González Chorén. Sobre todo ante la magnitud que los investigadores atribuyen a la red de la que presuntamente formaría parte el hostelero de pasado militar. Sospechan que pudo tripular el yate que hace semanas trató de introducir 5.000 toneladas de hachís, también a través del Mediterráneo, y sacrificó la mitad del alijo para no ser apresado. Al grupo gallego se le atribuye la financiación de operaciones que requieren un alto nivel económico. La red adquiriría directamente el hachís en el Norte de África, alquilando a continuación barcos de lujo en plazas como Barcelona. Comprarían cada kilo por 300 euros para venderlo por 1.000. Un buen negocio que exige disponer de 2 a 3 millones de euros solo para empezar a hablar.