Hace treinta años que José García Rodríguez es socio del Club Náutico de Portosín, del que actualmente ocupa el cargo de vicecomodoro. Profesional de la marina mercante ya retirado, recuerda que cuando entró a formar parte de la entidad esta carecía de edificio social y las embarcaciones faenaban en el puerto pesquero: «Estábamos en una situación precaria y fuimos creciendo poco a poco. Todo lo que se ha hecho ha sido gracias al esfuerzo de los socios».
Este apasionado de la navegación posee un velero de diez metros y un barco de pesca de cuatro metros, comenta que observa últimamente síntomas de recuperación en el sector, pero cree que todavía hay que aguardar más tiempo para que se manifiesten de forma notable: «La náutica iba muy bien hasta el 2008 y parece que empieza a resurgir, pero todavía tardará en situarse en los niveles de hace ocho años». Afirma que la situación ha cambiado de forma notable: «Hasta la llegada de la crisis parecía que las plazas de amarre no iban a llegar, que eran insuficientes ante la elevada demanda existente. Después todo se paralizó. Yo espero que poco a poco se retome la adquisición de embarcaciones nuevas y que también se mueva más el mercado de segunda mano porque aunque hay transacciones, todavía son escasas».
Uno de los aspectos que considera que puede contribuir al relanzamiento de la actividad náutica son las escuelas de vela: «Esa es la cantera», señala al tiempo que comenta la gran actividad que se registra en este sentido en el Club Náutico de Portosín.
Sobre las cuestiones económicas, que pueden propiciar que algunas personas crean que se trata de una afición para gente con dinero, José García Rodríguez lo rechaza: «La Náutica tiene la fama de ser cara, pero no lo es. Es caro comprar un barco». En su caso aprovecha siempre que puede para desarrollar una de las actividades que más le gusta y para participar en los actos de la entidad.