Tras el rastro de los desaparecidos

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

AROUSA

Tres agentes y sus seis perros componen el equipo cinológico de la Guardia Civil en Galicia

16 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Han estado presentes en todos los casos de desaparecidos de Galicia. En los de más relevancia mediática -Diana Quer, Socorro Pérez o Iván Durán- y en los que pasan más desapercibidos. Son los miembros del equipo cinológico de la Guardia Civil de Galicia, con sede en la comandancia de Ourense. Tres agentes -Carlos Lozano, Ignacio Alonso y Ángel Seoane- y sus perros -Vera, Dak, Noé, Xisca, Bado y Spidy-, conforman casi una familia que trabaja con el único objetivo de encontrar cuanto antes a aquellas personas que no han regresado a sus casas y que se encuentran perdidas en zonas del rural.

Unos animales están adiestrados para seguir el rastro y otros para buscar en grandes áreas. Y la elección para cada caso no es aleatoria. Los primeros se utilizan en los instantes iniciales de la desaparición, cuando todavía no ha pisado mucha gente por la zona. Huelen una prenda del desaparecido y buscan, seguidos por los agentes. A partir de las seis horas empieza a desaparecer el rastro y, llegado a ese momento, se utiliza a los de grandes áreas, que trabajan por venteo. Siguen el olor que arrastra el aire y baten la zona en círculo, hasta que marcan ladrando el lugar en donde creen que puede estar la persona. En este caso, los perros van descartando lugares y centrando la búsqueda en espacios cada vez más reducidos. Los operativos con perros tienen una duración de cinco días, aproximadamente, ya que se cree que después de ese tiempo se pierde todo rastro.

Conscientes de que es imposible que los familiares esperen a su llegada antes de iniciar la búsqueda, los agentes saben que una vez en la zona van a encontrar dificultades para que sus perros realicen el trabajo de forma perfecta. Es un riesgo, un mal menor que afrontan tras horas y horas de entrenamiento.

Los perros utilizados por los agentes llegan a sus manos de diferentes maneras. En El Pardo, Madrid, está la Escuela de Adiestramiento de Perros de la Guardia Civil, adonde llegan animales ya adiestrados o comprados para su formación. Los agentes del servicio eligen al que creen que se adecúa mejor al trabajo que realizan.

En la comandancia de la Guardia Civil de Ourense hay una zona de adiestramiento y, aunque algunos de los perros viven allí, otros forman parte de la familia de los agentes, que los cuidan en sus propias casas.

Reciben llamadas de toda Galicia. Desde A Coruña, en donde se encuentran el cargo superior, se les indica el lugar al que deben desplazarse, quedándose siempre uno en la base por si surge otra emergencia. Solo actúan directamente en casos en los que interviene la Guardia Civil, aunque acuden a cualquier aviso que reciban de otros grupos de seguridad del Estado. También realizan trabajos de vigilancia en los aeropuertos, cuando son solicitados, e incluso en actos sociales y protocolarios.

Sigue la búsqueda

Durante el pasado mes de marzo participaron en un total de seis misiones de búsqueda de personas desaparecidas y desde el 2014 la cifra de servicios fue de 82. Para conocer la complejidad de estos casos en Galicia basta con decir que del total únicamente aparecieron 49 personas, 38 vivas y 12 fallecidas. Y que todavía 33 familias siguen buscando a sus seres queridos.

Ejercicios para preparar a los animales y corregir los errores detectados en las búsquedas

El adiestramiento de los perros es la tarea más importante del servicio cinológico. Conocer las reacciones de los animales y enseñarles cuál es el objetivo centran los entrenamientos diarios. Los agentes realizan ejercicios en la propia base en Ourense, pero se desplazan habitualmente a los montes cercanos a hacer prácticas. «El perro sigue el rastro y hay que saber leer lo que hace, sus movimientos. Lo llevamos atado mientras sigue el olor por tierra. Hay que tener mucha fuerza y no despistarse. En el caso de los de grandes áreas, los soltamos. Ellos van siguiendo el rastro del aire. Cuando llegan al objetivo ladran para avisar y se quedan quietos», explican los agentes.

«Para ellos es juego nada más. La política de trabajo es de 40 minutos, dependiendo de la situación climatológica, ya que tienen que descansar», explica Ignacio Alonso. En su caso, con dos perros, va alternando uno con otro. «Si solo tuviera uno, la política es distinta. Trabajas con el perro en los puntos que crees calientes y lo guías. Pero no puedes estar todo el rato quemando al perro, hay que ir poco a poco. Alargar el trabajo y dejarle que sea autónomo», añade. Esto ocurre con los que ya están preparados para las operaciones. Pero en Ourense entrenan estos días a «Dak, un pastor alemán que una vez adiestrado localizará cebos envenenados. Con él, al no poder utilizar por el momento sustancias especiales, practican una y otra vez la localización de un objeto concreto que desprende olor. «Tenemos de lunes a viernes prácticas en el monte, vamos a correr porque físicamente tienen que estar en forma. Lo que hacemos es ir corrigiendo sus problemas: si ves que no marcan bien, si quieres hacer un rastro corto con el sabueso porque viste que falló en un cruce... Vas corrigiendo», apunta Alonso. La «vida laboral» de un perro de búsqueda depende de muchos factores. Llegada a una edad pierden agilidad pero pueden seguir manteniendo un gran olfato. Por eso es el propio guardia civil el que decide si puede continuar con su trabajo o es la hora de jubilarse.

«Aunque solo salves una vida, vale la pena»

No es fácil encontrar a una persona desaparecida siguiendo su rastro. Los responsables del servicio cinológico saben que antes de que lleguen a la zona en donde desapareció otros habrán seguido sus huellas y la contaminación del lugar despistará a los animales. Ese es su principal escollo. Sin embargo, cualquier esfuerzo vale la pena.

Carlos Lozano es el responsable del servicio cinológico de la Guardia Civil en Galicia. «Solo he encontrado a una persona viva en mi vida. Te entra una alegría que no se puede describir. Aunque solo salves una vida, vale la pena», dice. «Era en Milladoiro y utilicé el perro de rastro. Era un tema muy especial. Lo primero que hice fue llamar a mi mujer. Es lo más grande que te puede ocurrir». Pero el caso que más le marcó no acabó con final feliz «Fue una chica de Baiona que asesinaron. Estuvimos 3 o 4 días y me enseñó bastante. Fue cuando aprendí lo que es la frustración en esta especialidad. Me enseñó a enfrentar a las cosas. Todos los desaparecidos son iguales y diferentes a la vez». Y recuerda cómo su compañero, Ignacio Alonso, colaboró en la búsqueda de inmigrantes en el puerto de Melilla: «Encontró a 90 personas en contenedores. En una situación deplorable. Esas cosas te marcan mucho»

Consciente de la esperanza que despierta su presencia en las familias de los desaparecidos indica: «Siempre que llegamos a las búsquedas hablamos con ellos. Le decimos cuál es la realidad, no les puedes vender humo. La Guardia Civil tiene dos tipos de perros, de rastro y grandes áreas, que tienen sus limitaciones. Nosotros les decimos que vamos a intentar todo lo que podamos. Y la gente lo comprende», relata.

Galicia es la comunidad autónoma con más desaparecidos, sobre todo gente mayor. Y, según explica Lozano, afortunadamente existe una orden en la que se establece su presencia en el mismo momento del suceso. «No vale de nada llegar 4 ó 5 días después. Lo más importante es que seamos los primeros». Difícil tarea si tienen que desplazarse a lugares lejanos. «Entendemos que si a ti se te pierde tu padre y tienes vecinos con los que te llevas bien, lo primero que haces es llamar a más gente y buscar. Al final está todo tan contaminado que se complica la búsqueda».