El adalid de los jueces de paz de Galicia

carlos ponce CRECENTE / LA VOZ

AROUSA

Román Iglesias luchó para que los conciliadores municipales tuviesen unas condiciones más dignas

20 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Si una persona genera consenso en todos los partidos políticos, significa que algo hizo bien. Román Iglesias, histórico juez de paz de Crecente y A Cañiza, falleció el miércoles después de pasar los dos últimos años luchando con su maltrecho corazón y tras casi toda una vida siendo punta de lanza de su gremio en Galicia. Fue portavoz de las asociaciones provinciales de jueces de paz de Pontevedra y A Coruña desde su fundación y peleó sin descanso para que dignificar a los mediadores gallegos y lograr unas condiciones laborables equiparables a los del resto de funcionarios municipales.

Las funciones de los jueces de paz consisten en celebrar bodas, redactar fes de vida, inscripciones de nacimiento, defunciones y matrimonios, así como realizar actos de conciliación. También celebran juicios de faltas por insultos, maltrato a los animales o perturbación del orden público, entre otros. Por todo ello pasó Iglesias y de todo formó parte activa. «Disfrutaba de su trabajo como nadie. Le encantaba oficiar bodas», recuerda el alcalde de Crecente, Julio César García Luengo. El regidor recuerda cómo, desde que tomó posesión en el municipio del sur pontevedrés a principios de este siglo, se convirtió en un apoyo fundamental para los vecinos. Protagonizó un sinfín de anécdotas y dejó una huella imborrable en todos aquellos que le trataron.

Román Iglesias trabajó en la fábrica de Citroën durante buena parte de su vida, viviendo a caballo entre Vigo y el barrio de Garabelos de Crecente. García Luengo recuerda con una sonrisa cómo algunos vecinos acudían a él incluso para quejarse sobre los desorbitados costes de algunas facturas que tenían que afrontar, cual defensor del pueblo. Román Iglesias se encargaba de hacer las gestiones con las compañías telefónicas y normalmente conseguía que reconociesen sus errores si los había. Su labor de buen samaritano no se quedaba ahí, pues también se encargaba de llevar a quienes lo necesitaban a los hospitales de Vigo para tratar sus enfermedades o ingresar en urgencias.

También escritor

Su pasión por el trabajo que desempeñaba le llevó a publicar varios libros con historias de los vecinos e incluso escribió unas memorias con el título de Recordar es vivir. Crónica de la vida de un niño de aldea.

Cuando se jubiló debido a sus problemas de salud, hace tan solo dos años, recibió un homenaje con todos los honores. Se lo rindieron sus compañeros y amigos de trabajo y vocación de servicio. Quisieron arroparle y reconocer el empeño de Román Iglesias. Los jueces de O Rosal y As Neves le dedicaron unos poemas.