«Que se saiba que fun amenazado por este tío», afirma «O Mulo» en el juicio

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

RAMON LEIRO

El narcotraficante y el mecánico confiesan su participación en la descarga frustrada

26 may 2017 . Actualizado a las 13:11 h.

Había pedido «un inciso» veinte minutos antes, y el juez pensó que, al igual que el día anterior, sería para ir al baño. Así que le dijo que la sesión estaba a punto de terminar y le preguntó si podría esperar. Respondió que sí y, cuando iba a concluir, volvió a insistir: «Quero facer un inciso. Que se saiba que fun amenazado por Fernando Prado para que diga que non ten nada que ver con isto. Este tío amenazoume», dijo Rafael Bugallo, O Mulo, señalando a otro acusado sentado apenas unos sitios más allá en su mismo banquillo. Sin embargo, ni los agentes de la Policía que custodiaban a los imputados ni el resto de presentes vieron o escucharon el supuesto incidente.

Cerraba así el tercer juicio el supuesto cabecilla de la banda encargada de transportar 3,6 toneladas de cocaína en agosto del 2008 en un operativo que se frustró a causa de un error en la fecha de descarga. El principal acusado, O Mulo, había recogido todos los detalles en una carta manuscrita que había enviado tanto a su abogado como a José Luis Orbáiz, quien le debía dinero de una deuda anterior y a quien acusaba directamente de ser el cabecilla de la operación y quien se la propuso.

La notificación de la existencia de esta carta desencadenó un dominó de confesiones entre los trece enjuiciados que comenzó ayer con la del propio O Mulo y continuó con la de Luis Fajardo Vázquez, quien reconoció haber ejercido las funciones de mecánico en la planeadora en la que fueron a recoger los fardos de droga, así como haber participado en la operación y haber ordenado tirar estos por la borda y quemar la lancha una vez que comprobaron que en tierra no había nadie esperándoles para descargarlos. Los otros dos testimonios que se escucharon ayer en la Audiencia Provincial, los de los dos hijos de la anterior pareja de O Mulo, negaron los hechos.

Goteo de confesiones

Se prevé que el goteo de confesiones continúe hoy y mañana con las declaraciones de otros siete acusados. El octavo está huido y el noveno, Orbáiz, no comparece al no estar demostrada su implicación en esta causa. El hecho de que Bugallo lo involucrase directamente en su carta no significa que sea cierto todo lo que figura en ella, ya que la escribió con un ánimo manifiesto de perjudicarle. La Fiscalía esperará a que la sentencia determine su participación. Los otros dos

El de la descarga no fue, además, el único contratiempo que sufrió la operación planeada por los acusados. Las dos primeras confesiones reconocieron que primero les falló la persona que se había comprometido a facilitarles una embarcación que les suministrara combustible en el mar; y que después lo hizo el que iba a hacer de piloto. A última hora se echó atrás y dejó en su lugar a dos personas de su confianza, que hicieron el trasvase de droga acompañados por Fajardo Vázquez.

Sobre este último quiso incidir su defensa en que en el momento que cometió el delito tenía problemas de adicción a la cocaína mientras su vida familiar se desplomaba. Y también en que ahora la ha rehecho y se ha desintoxicado.

Insistió el fiscal, por su parte, en intentar demostrar que, en contra de los dos meses que asegura O Mulo que pasó preparando la operación, las evidencias y conversaciones apuntan a finales del 2007 como posible punto de partida.

Intenta exculpar a los dos hijos de su expareja alegando que le compraban tarjetas «de rasca»

O Mulo no disimuló nada al intentar exculpar de cualquier posible delito a los dos hijos de su expareja. «A Víctor Manuel a Gustavo Adolfo xamais os metín en nada», dijo. Al primero le encargó, según figura en las comunicaciones telefónicas intervenidas por la Policía, que le comprara tarjetas. Aunque todo parecía indicar que eran para un móvil, Bugallo aseguró que eran «desas de rasca». El propio Víctor Manuel reconoció algo más tarde que se trataba, efectivamente, de tarjetas de teléfono, pero que se las había pedido su madre y no le preguntó para qué. Negó, sin embargo, haber participado en ninguna reunión ni ser la persona que hablaba en una de las conversaciones grabadas, que atribuyó a un primo suyo que está en Colombia.

A Gustavo Adolfo le costó más explicar a qué fue en varias ocasiones a los puertos de Marín y Vigo, entre otros, por encargo de O Mulo. El joven aseguró no saber nada de barcos, hasta el punto de no saber identificar a los de Vigilancia Aduanera o Inspección Pesqueira. Era en estos últimos, matizó, en los que creía que estaba interesado el novio de su madre.

Primeras sospechas

Tampoco fue capaz de aclarar con solvencia por qué, cuando apareció la planeadora quemada en A lanzada y O Mulo le mandó un mensaje preguntándole por el tema, «tardé mucho en responder y cuando lo hice fui muy seco. No quería hablar con él». «¿Por qué?», le preguntó el fiscal. «Porque ahí empecé a sospechar que tuviera que ver con esto», dijo. Volvió a preguntarle el representante de la Fiscalía qué le hizo empezar a sospechar: «Porque malinterpreté las cosas, como pudo haber hecho la Policía. Los periódicos y las noticas daban qué pensar».