Una muerte que conmocionó Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

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Un disparo salido del arma de un policía cuando estaba procediendo a una detención acabó con la vida de la pescantina Rosa Diz en las inmediaciones de la plaza de abastos vilagarciana

20 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que iba a ser una inspección rutinaria se convirtió en una tragedia que provocó tanto dolor como indignación en Vilagarcía. Sucedió el 27 de octubre de 1993 en las inmediaciones de la plaza de abastos de Vilagarcía. El disparo salido del arma de un policía acabó con la vida de Rosa Diz, que dejó un viudo y 4 hijos que entonces tenían 30, 27, 21 y 14 años.

La muerte de Rosa Diz fue una auténtica conmoción. Más de tres mil personas acudieron a su sepelio, en el que también estuvo el entonces conselleiro de Ordenación do Territorio José Cuíña Crespo, que tuvo que escuchar más de un improperio. El titular de Pesca, López Veiga, presentó su dimisión a Manuel Fraga a raíz de los hechos, pero no fue aceptada. «El informe emitido por la Secretaría Xeral de Seguridade reflejó que miembros de la unidad de Policía Autonómica integrados en el grupo operativo de apoyo a la Consellería de Pesca -servicio de inspección y vigilancia pesquera- se encontraban en las inmediaciones del mercado acompañando a un inspector de Vigilancia Pesquera, cuando trataron de identificar a un vendedor que tenía una caja de pescado antirreglamentario. Inicialmente, este se negó a identificarse , siempre según la versión de la Xunta, por lo que fue conminado por los agentes a acompañarlos a comisaría, circunstancia ante la que exhibió su DNI», contaba la información de La Voz.

A partir de ese momento, y según aquel informe de la Xunta, «unas doscientas personas, en su mayoría vendedoras de la plaza, comenzaron a insultar a los policías». Hubo un culatazo en la cabeza con una pistola y a partir de ahí se originó el desastre. La versión oficial de los hechos seguía así: «Como quisieron arrebatarle el arma, y habida cuenta de que la agresión continuaba, incluso lanzándole piedras y otros objetos contundentes, el oficial de policía que mandaba la patrulla exhibió la pistola efectuando un tiro de intimidación al aire, al que hicieron caso omiso el grupo de personas y tratando de arrebatarle el arma, tirándole hacia abajo, en cuyo forcejeo se produjo un disparo, elevando nuevamente el brazo para disparar un tercero de intimidación. Como consecuencia de las agresiones y el forcejeo con el arma resultó herida la vendedora Rosa Diz Platis, la cual fue evacuada en ambulancia requerida desde el lugar, siendo protegidos los policías por patrullas de la policía local y nacional. La herida fue trasladada primero al servicio de Urgencias y posteriormente al Hospital Provincial de Pontevedra, donde desgraciadamente falleció».

El juicio se celebró en abril de 1995 y en él, el agente reiteró la versión primigenia. Explicó que en el momento de proceder a la detención del joven alrededor de cincuenta personas se abalanzaron sobre él y su compañero, obligando a ambos a separarse.

Según la versión que dieron en el juicio fueron insultados y agredidos y se el policía se vio obligado a golpear en la cabeza al detenido. Luego efectuó un disparo al aire y afirmó que fue ahí cuando siete individuos se lanzaron sobre él intentando arrebatarle el arma. Fue en este momento cuando la pistola volvió a dispararse alcanzando mortalmente a Rosa Diz. «No sé -declaró el acusado- si incluso la señora Rosa sería una de las personas que me tiró de la pistola».

La versión de los testigos fue muy distinta. El joven detenido aseguró que el policía le arrastró mientras le apuntaba en la sien con la pistola al tiempo que diez o quince personas increpaban al agente, pero sin haber contacto físico. Dijo que el policía disparó por primera vez tras amenazar de muerte a los que allí estaban y que el segundo tiro fue al aire.

La sentencia condenó al agente a un año de prisión por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte y al pago, en concepto de indemnización de veinticinco millones de pesetas a la familia de la víctima. El incidente llegó hasta el Tribuna Supremo que, en 1997, confirmó la condena al considerar que aunque se hubiera podido aplicar la pena de delito doloso, como solicitó la acusación particular, el resultado hubiera sido el mismo que si se tratara de una imprudencia. El proceso judicial declaró probado que el disparo que causó la muerte a Rosa Diz tuvo lugar durante un forcejeo entre el policía y varias personas, durante un acto de inspección.

Allí, en la plaza de abastos, una placa recuerda a Rosa Diz y los hechos que acabaron con su fallecimiento. La resaca de aquellos hechos duró mucho tiempo La manifestación que se organizó en Vilagarcía en protesta por su fallecimiento fue multitudinaria, y durante muchos meses se produjo un descenso de la presión de los agentes de Inspección Pesquera. De hecho, se llegó a hablar del «síndrome de la pescantina» y que dejaron de realizarse inspecciones. El rumor fue tan intenso que, tres años después de la muerte de Rosa, la Xunta se vio obligada a salir al paso para garantizar que en la plaza de Vilagarcía sí se realizaban inspecciones aunque los agentes podía realizar su labor vestidos de paisano.