Vilagarcía y el tren, una historia de amor

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MERCEDES MORALEJO

Desde «O tren de Varela» hasta el AVE 106, han pasado 151 años de venturas ferroviarias

14 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«O tren de Varela», tirado por una locomotora llamada Caldas de Reyes, era el convoy más popular de cuantos recorrían las vías entre Cornes y Carril desde 1873, año de inauguración de aquella primera línea ferroviaria de Galicia, 48 años después de que circulara el primer tren de la historia entre Sockton y Darlington, en Gran Bretaña en 1825. Otra locomotora muy conocida era la Sar, más conocida como A máquina do xerente. Aquellas primeras máquinas de fabricación inglesa (Sar, Arosa, Ulla, Lérez y Umia) supusieron un hito para las comunicaciones de Vilagarcía y marcaron la historia de la ciudad.

La compañía ferroviaria, The West Galicia Railway Co, era conocida como A De Bes y así se siguió llamando incluso cuando en 1941 todas las compañías de España fueran unificadas en una sola: Renfe. Para entender la importancia del tren en Vilagarcía, hay que recordar que el fundador de la Cámara de Comercio local fue un portugués: José María Abalo e Souça, presidente de la línea lusa del Ferrocarril da Beira Alta, que precisamente le ofreció la famosa locomotora Sarita a su amigo John Trulock, abuelo de Camilo José Cela, gerente de A De Bes y enérgico frente a las presiones de las fuerzas vivas locales, algunas de las cuales, caso de las cambadesas, pusieron pegas al paso del ferrocarril. Eso se unió a que el industrial Laureano Salgado, que acababa de inaugurar una azucarera en Portas, convenció a Trulock de que la vía debía continuar de Carril a Pontevedra por Portas en su camino hacia la conexión con la red ibérica del ferrocarril.

Es conocido el celo que ponía el jefe de la estación de Iria-Padrón cuando pasaba por allí el tren y el nieto de Trulock estaba enfermo: obligaba al convoy a circular despacito para no molestar al muchacho. Además de frenar si había enfermos, aquel tren paraba donde le parecía bien al maquinista José Ramón Varela con el fin de recoger a las leiteiras.

Cuesta imaginar estas situaciones ahora, cuando faltan solo dos meses, si se cumplen las previsiones, para que circulen los AVE de la serie 106 y los Avlo de bajo coste que pondrán Vilagarcía a tres horas de Madrid. Los nuevos AVE de la serie 106 tienen casi el doble de plazas que los Alvia. Curiosamente, algunos de esos Alvia se llevarán a Extremadura para mejorar las conexiones de esta región gracias a los trenes que sobrarán en Galicia. Los AVE de la serie 106 cuentan con 507 plazas y los Avlo de bajo coste tendrán 581. Esos vagones se organizan en líneas de asientos 3+2, uno más por hilera que se gana por el aumento de anchura de los coches. Los Alvia S-730 solo tienen 265 plazas. Si se mantienen las dos frecuencias diarias directas Vilagarcía-Madrid, se pasaría de ofertas 530 plazas cada día en cada sentido a ofrecer 1.014, más 581 si hubiera algún Avlo que parara en Vilagarcía, una estación con cada vez más demanda de billetes hacia Madrid.

El ferrocarril ha sido fundamental en el desarrollo de Vilagarcía durante los últimos 150 años gracias a la línea Cornes-Carril de 1873, la Carril-Pontevedra abierta en 1899, la línea de O Ramal entre el puerto y la estación, que empezó a funcionar en 1903, y, finalmente, el eje atlántico de alta velocidad, en marcha desde 2015. A las líneas ferroviarias, hay que añadir otros elementos de gran importancia que parecen olvidados, pero han sido trascendentales, como el colegio de huérfanos de Renfe en Bamio creado en 1967, los talleres ferroviarios, las viviendas de los ferroviarios o el modernista Barrio da Prosperidade, convertido en elegante zona residencial levantada entre la playa y el tren.

Además de los talleres de Renfe, empresas como Fundicións Alemparte, que fue la constructora del primer barco de hierro a vapor en Galicia, fueron fundamentales en el desarrollo industrial de Vilagarcía. Y con el desarrollo industrial y ferroviario llegó también el impulso político, los planes para convertir Vilagarcía en la gran ciudad de Arousa, impulsados por las fuerzas vivas, apoyados por el ministro gallego Agustín González Besada y sustentados en realidades elegantes como el balneario Concha de Arosa, levantado por los hermanos Salgado, en quimeras como la cesión de la isla de Cortegada al rey Alfonso XIII, para que edificara allí un palacio de verano, y en proyectos fundamentales como la nueva estación de tren (que tardará hasta el año 1955), la aduana, la ampliación del puerto o la fusión de los concellos de Vilagarcía, Vilaxoán y Carril.

El tren como hito, como marca, como motor… Desde 1899, Vilagarcía unida con el resto de España a través de Redondela, Tui, Ourense y Monforte de Lemos. Desde 1943, unida con A Coruña y Ferrol y desde 1957, con Madrid a través de Ourense y Zamora. Y el tren como generador de historias y mitos: la casa de Rosalía de Castro situada junto a la vía férrea y su féretro trasladado en tren hasta Santiago; el puente sobre el río Sar construido en Manchester; otro puente inglés para cruzar el Ulla y el mítico túnel de O Faramello. 151 años después, la inminente llegada de los convoyes vertiginosos, que nos pondrán a tres horas de Madrid, cierra por ahora esta venturosa historia de amor entre el tren y Vilagarcía.