Un abuelo de 82 años que navega con su nieta

Bea Costa
bea costa VILANOVA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

José Paz con su nieta, Lara, que le da nombre a su dorna, al pie de la ensenada de O Esteiro, en Vilanova.
José Paz con su nieta, Lara, que le da nombre a su dorna, al pie de la ensenada de O Esteiro, en Vilanova. Mónica irago

José está enseñando a Lara a aproar la dorna que lleva su nombre para, quizá, formar tripulación

25 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

José Paz viste una sudadera en la que se lee Harvard 75 que bien podría lucir un chaval de 16 años. A él lo de la moda y las tendencias le da igual. «Lévoa porque abriga moito e no mar, ás veces, vai moito frío», explica. Percha no le falta para llevarla. A sus 82 años da una imagen de fortaleza y salud que para sí quisieran otros con veinte menos. Un año más afronta la temporada de dornas con el ánimo y el cuerpo a tono para dar lo mejor de sí en esas regatas que tanto le gustan, porque a él, de la navegación tradicional, lo que más le atrae es la competición, afirma. «Hai compañeiros aos que tanto lles ten pero eu vou para gañar, senón prefiro quedar na casa», dice. ¿E gañou?, le preguntamos. «Unha vez, en Cambados. Quedei cuarto nunha Volta á Illa e fixen outro cuarto en Ribeira».

Que nadie piense que son puestos que desmerecen. «Quedar cuarto nunha Volta á Arousa non está nada mal, hai xente que está moi preparada e é unha regata difícil, pero para min é a máis bonita porque colles todos os ventos. Podes bolinar, que é o mellor, é cando a dorna mellor se defende. En popa anda calquera», explica el experto.

El problema que tiene José es que no tiene proel fijo y eso le resta eficacia a la hora de competir con otras tripulaciones «que si están moi compenetradas». Hace años formaba pareja con Claudio, pero ahora cada uno tiene su dorna y hace su camino. Para amarrar la escota y ayudar a virar, José cuenta con la colaboración de su yerno, a veces con la de Pincho... Su nieta Lara todavía es muy pequeña que si no otro gallo cantaría. Con todo, la niña de ocho años no pierde ocasión de subir a bordo siempre que puede porque, cuenta su abuelo, «encántalle ir na dorna». De momento está aprendiendo. Tiempo habrá para que se vaya curtiendo y cogiendo fuerza para colocar el palo, el timón e izar la vela. El barco, el patrón y el maestro los tiene en casa.

José compró la embarcación de segunda mano, le puso el nombre de su nieta y la pasea por toda la ría. Y si hay que subirla al remolque para participar en los encuentros de Ferrol o de Combarro, también se apunta. De todos modos, a estas alturas el vilanovés procura evitar los desplazamientos largos, que la carretera le infunde más respeto y le cansa más que el mar. Prefiere quedarse en la ría, su ría, que tan bien conoce y que tan bien lo trata. Es prudente y los vientos y las corrientes de Arousa lo premian no castigándolo demasiado. Nunca se quedó a la deriva ni se le echó la noche encima aunque algún remojón sí se llevó. «Hai dous anos, na regata do Grove, fun a pique». Pero allí estaban sus compañeros para ayudarle.

José Paz es una institución entre los aficionados a la vela tradicional en Galicia. Lo conoce todo el mundo y se ve que lo quieren a juzgar por el trato que le dispensaron en el muelle de O Xufre el pasado 17 de mayo, con motivo de los actos de las Letras Galegas. En el epicentro de la tradición dorneira, en A Illa, José tuvo un sitio de honor en la travesía que emprendieron O Rei do Mar, A Nova Marina y otras señoras de la flota arousana.

Fue un aperitivo de lo que está por venir. «As regatas empezan o 4 de xuño en Portonovo, xa mirei en Internet». Y es que José no solo se maneja con los cabos, el paño y los remos. Tiene teléfono móvil y consulta la web de la Federación galega pola cultura marítima para estar al tanto del calendario de regatas.

Lara Doce dejó el letargo invernal y salió ya un par de veces para ir catando la salitre que la impregnará todo el verano. Un olor y un sabor que José conoce bien. Siendo joven ya disfrutaba de la vela en una buceta y su vida profesional siguió ligada al mar, pero en el de altura. No fue hasta la jubilación cuando empezó a gozar en su plenitud del mar que le acompaña desde siempre, ahora junto a sus dos Laras.