La activista alemana que se instaló en A Illa por amor

marina santaló A ILLA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

Marta Carballo

Llegó a Galicia por el «Prestige» y, quince años después, aquí sigue; hablando gallego y siendo concejala del PSOE

24 abr 2017 . Actualizado a las 12:09 h.

Somos lo que comemos. Esta frase bien puede definir a Gabrielle Frein, quien no dudó en recurrir a su cocina solar para preparar el arroz con curri que escogió para la ocasión. Además de a defensa del medioambiente, el plato sabe a su estilo de vida: tanto el arroz como la ensalada de coco que le acompaña contienen únicamente hortalizas. Es vegetariana desde mucho antes de mudarse desde a Elsfleth, un pueblo alemán situado a pocos kilómetros de Bremen, a A Illa y, cada vez que cocina, abre la nevera y varía la receta del plato que tiene en mente en función de lo que encuentre. Coge un libro de recetas que trajo de uno de sus viajes a Sri Lanka hace ya veinte años y le da su propia forma. «A comida é outro modo de coñecer unha cultura», señala mientras regresa por un instante a esos viajes que tanto le apasionaron y que le llevaron a comprarse una furgoneta para recorrer la parte del mundo que le quedaba más cerca.

«Ao instalarme en A Illa fíxoseme complicada a alimentación. É unha zoa de peixe e moluscos, pero pronto descubrín outros manxares como as patatas de aquí, que son riquísimas», recuerda del aterrizaje definitivo en A Illa. Ya se había enamorado de Galicia mucho antes, pero no fue hasta que lo hizo también de un isleño cuando decidió dar el paso. Fueron las imágenes del Prestige las que le llevaron a guardar unas katiuskas en la maleta y partir hasta Malpica para ayudar a limpiar el chapapote. Volvió a marcharse a su tierra con la certeza de que regresaría. «Quería ver a mesma zoa pero sen rastro da marea negra», relata Grabielle Frein.

La espera no fue larga. A los tres meses volvió con la idea de quedarse pero no fue posible a causa de problemas familiares. Con el tiempo, terminó mudándose a Suiza. Fue allí donde compró la furgoneta con la que se lanzaría a recorrer el sur de España, Portugal y Grecia, entre otros lugares. Los viajes los combinaba con trabajos temporales, como asistente de personas con discapacidad o en el seno de alguna organización, que le permitían ahorrar un poco para volver a lanzarse a la aventura. Con su instalación en A Illa, tanto ella como la furgoneta se dieron un respiro. «Agora a utilizo para moverme por Galicia», cuenta.

Primeros momentos

La acomodación en A Illa fue muy fácil en lo personal, pero difícil en lo laboral. «Era moi flexible a hora de buscar traballo pero encontrei no idioma unha gran barreira», relata. Las nociones de castellano que le dio una amiga chilena no evitaron que, en su puesto de administrativa en una empresa de transporte, se viera en más de un apuro para expresarse. Terminó decantándose por impartir clases extraescolares de inglés. «As viaxes servíronme para poñer en práctica o aprendido», señala sobre su buen nivel tanto de inglés como de francés. Pronto se sumaron el castellano y el gallego, estando a la espera de realizar el curso que le permita optar al Celga 4. Los dos primeros niveles los acreditó al tiempo que realizaba un ciclo de Educación y Control Medioambiental, un tema que le preocupó desde muy joven.

En su época universitaria, Gabrielle Frein participó en distintas organizaciones. Se matriculó en Educación y Sociología y fue tocando varias ramas como psicología, sin llegar a terminar ninguna. «Non pensaba no título, senón en aprender cousas sobre diferentes aspectos que me interesaban», recuerda de aquellos años previos a marcharse a recorrer mundo.

Andadura política

Aunque los debates sobre política eran habituales en casa de Gabrielle Frein, a su familia le cogió por sorpresa que decidiese forma parte de la lista del PSOE en A Illa. «Sempre fun máis activista, o que lles chocou foi a miña institucionalización», explica. Sin embargo, cuando le hicieron la propuesta, ella no dudó. «Xa era afín ao Concello porque estaban facéndose cosas moi boas e pareceume a mellor forma de botar unha man», indica sobre los pasos previos a hacerse cargo de la concejalía de Medio Ambiente. Lo que no fue una sorpresa fue la elección del partido político. Son cuatro hermanos y ella fue siempre la que caminó más alejada del liberalismo que defienden el resto.

Ya dentro del partido, el lugar a ocupar estaba claro. La educación medioambiental es una de sus prioridades y, por ello, no dudó en sacar su cocinar solar a O Regueiro para invitar a los vecinos a tés y cafés hervidos con la única ayuda del sol para «mostrar as fontes alternativas de enerxías limpas que tempos a man». Está convencida de que «non utilízanse porque hai un sistema orientado a outro consumo”. Por ello, seguirá trabajando en cambiar la relación de la gente con el entorno, al tiempo que desempeña su trabajo como guía en espacios naturales. De lo que si se despidió es de las clases de inglés. Aunque está enamorada de Galicia y ya no ve su vida en otro lugar, señala que «ser autónomo aquí é complicado». Peor aún, «non é sostíbel».