Kiwis y repollos con categoría de botín en Oubiña

b. c. CAMBADOS

CAMBADOS

fotos: martina miser

Varios agricultores montan guardia en sus fincas y hasta colocan carteles para disuadir a los ladrones

26 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Todavía no está maduro del todo pero a los ladrones les sirve. A Ramiro Gómez empezaron a desaparecerle los kiwis de su plantación, y no parece ser cosa de un gamberro al que le haya entrado el apetito. A la espera de hacer cuentas, calcula que en los últimos días le han robado unos 200 kilogramos de fruta, y se teme que pueda continuar la sangría. Para tratar de evitarlo, ha empezado a montar guardia en sus fincas, de día y de noche, y no es el único. Hay otros agricultores de la parroquia de Oubiña (Cambados) que se encuentran en su misma situación y que se están viendo abocados a pasarse por la huerta, además de para trabajar, para controlar que los amigos de lo ajeno no se acercan por allí. Pero ni la vigilancia ni las redecilla que los cultivadores colocan sobre la planta están siendo suficientes para disuadirlos.

Todavía no ha dado el paso pero, de persistir la situación, Ramiro Gómez dará parte a la Guardia Civil. La experiencia le dice que las denuncias no sirven de mucho porque es muy difícil pillar al ladrón con las manos en la masa. Entretanto, los afectados han optado por poner el asunto en conocimiento público con el objetivo de que el mensaje llegue a los ladrones y que tomen nota de que los propietarios de las plantaciones van a estar vigilantes.

A los kiwis todavía les faltan azúcares naturales porque no han completado la fase de maduración, pero parece que esto no es un inconveniente para quienes los consumen o los ponen a la venta. Gómez está convencido de que sus kiwis van a parar a los puestos de vendedores ocasionales. «De feito, os roubos case sempre se producen na véspera dos días de mercado en Vilagarcía e Pontevedra», explica.

Sin garantías sanitarias

Los robos no solo afectan a la cosecha de kiwis. Las verduras también están en el foco de quienes se dedican a asaltar las huertas de O Salnés, hasta el punto de que una agricultora ha colocado un cartel en la finca para alertar a los ladrones de que sus cultivos están siendo tratados con pesticidas. Si no se respeta un período mínimo de quince días para que las sustancias químicas desaparezcan de la planta, su consumo entraña un riesgo para la salud. De modo que los robos no solo tienen consecuencias para las economías de los agricultores; también podrían provocar un problema sanitario, y eso son palabras mayores.