La perra del puerto encuentra casa

Bea Costa
bea Costa CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

Martina Miser

Apareció hace nueve años en Tragove y se quedó. Marineros y personal del muelle la alimentaban pero ya está mayor para dormir a la intemperie. Selene la adoptará

07 dic 2016 . Actualizado a las 12:56 h.

La llaman Blanquita y la perra del puerto, nombres ambos que responden a realidades incontestables. Su pelo es blanco y lleva nueve años viviendo rodeada de barcos en Tragove (Cambados). Los fines de semana, como no hay pesca y hay menos gentes por allí, cruzaba la carretera y buscaba el abrigo en unos soportales de O Pombal, pero este peregrinar se le acabó. Hace un par de meses, la perra fue recogida por el Refugio de animales de Cambados porque alguien avisó de que Blanquita no estaba bien. Y, efectivamente, parece que ha perdido el brío de la juventud porque esta vez no se escapó.

El refugio ya la había recogido hace ocho años de la calle, recién parida, pero a Blanquita no le gustó la vida bajo techo. En cuanto pudo, subió el muro, se escapó y su instinto le enseñó el camino para volver desde Corvillón al puerto de Tragove, de donde ya no se marchó. Como estaba esterilizada y la perra parecía a gusto entre barcos y redes, el personal del refugio decidió dejarla allí, vigilante de que el animal estaba bien.

Rosa, la limpiadora, le llevaba comida y en el bar de la lonja, Bea se encargaba de que nunca le faltara agua ni abrigo los días de lluvia. «É o can do porto, recórdoo toda a vida aquí», apunta Leo, un trabajador de la fábrica de hielo.

Blanquita se convirtió en una especie de mascota, aunque no es perra de demasiadas carantoñas, según cuentan quienes la conocen. «Ao principio non era mansa, ladráballe aos coches e non se deixaba acariciar», relata Nati, pero finalmente supo ganarse su confianza a cuenta de llevarle comida y de darle cariño. La vida no debió de tratar bien a la perra, de ahí su rechazo inicial a las personas, explica la presidenta del refugio, Olga Costa. De hecho, no todos la quieren bien. «Algunha vez tirárona ao mar e doutra quixeron atropelala», cuentan en el corrillo formado frente al bar de la lonja. Pero siempre hubo alguien que salió en su defensa y auxilio porque, para la mayoría, Blanquita forma parte de la familia de Tragove.

Verla descansando sobre las redes del cerco, oteando la dársena y vigilando a los marineros en plena faena era una estampa habitual en el muelle. Pero esta parte de la historia se acabó, a no ser que Selene, su futura dueña, se preste a llevarla al puerto de vez en cuando. Esta joven supo que Blanquita había sido recogida por el refugio y enseguida la pidió en adopción para darle un hogar. El traslado se producirá en cuestión de días. Entretanto, Selene está aprendiendo a ganarse su confianza con una nueva visita al puerto, en compañía de Olga Costa, donde reciben a La Voz de Galicia.

«Cuando la venimos a recoger no dijimos nada y la gente se disgustó un montón, los marineros quedaron preocupados porque pensaban que le pasara algo. Y cuando se enteraron de que estaba en el refugio, hubo gente del puerto que subió a visitarla», relata Olga.

«Estaba muy apática y llena de mordeduras de perro cuando llegó, pero ahora está mejor. Tiene un problema de hongos en los oídos pero, en general, está bien. Los marineros la cuidaron. Yo siempre lo digo, la gente de Cambados es muy respetuosa con los animales», añade la presidenta del refugio.

«Eu véxoa máis apampanada que cando andaba por aquí», apostilla Manuel, uno de los marineros que participan en este reencuentro con la perra al lado de la lonja. Ella se muestra tranquila en su vuelta al puerto y, como en sus mejores tiempos, recupera su particular trono de redes junto al mar.