Laureano Oubiña se va de terrazas por Cambados

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Tras lograr la libertad condicional, visitó el municipio y disfrutó de un vino en el negocio de un familiar

28 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Nueve de la noche del pasado sábado, el calor aprieta y las terrazas de Cambados están llenas. Vecinos y visitantes copan mesas y sillas del barrio de Fefiñáns, la principal zona del casco antiguo de este municipio arousano, para disfrutar de un rato al fresco. Se oyen risas, conversaciones distendidas y hasta las canciones que entona un grupo vestidos de escoceses -¿despedida de soltero? quién sabe-. Pero también se sienten cuchicheos y se ven disimulados codazos porque el ocupante de una de esas mesas es famoso. Hace años que no se le ve por el pueblo, menos todavía disfrutando de un vino en una terraza, como un vecino más. Pero ahí está. Tranquilo, charlando con unos amigos. «¿Ese de ahí no es Laureano Oubiña?», sisea el último en llegar.

Regresar a Galicia iba a ser una de sus prioridades. Laureano Oubiña lo dejó muy claro en la entrevista que concedió a La Voz en marzo de este año, cuando salió de la cárcel. Entonces aseguraba que podría pasear por su comarca natal «con la cabeza muy alta» en cuanto el juez se lo autorizase. Mientras, se consideraba en el destierro. Ese se terminó a mediados de abril, cuando se le concedió la libertad condicional. Tardó unos veinte días en volver a Vilagarcía. Es de dominio público que, de vez en cuando, visita la zona. Aunque no vive aquí. Por lo menos esa era su intención cuando quedó en libertad, venir de vez en cuando a Galicia y mantener su residencia habitual entre Guadalajara y Madrid.

El regreso

Pero el pasado fin de semana quiso regresar a su tierra natal de nuevo. Y mezclarse entre sus vecinos de Cambados como uno más. Lo consiguió. Salvo cuchicheos y codazos nadie pareció molestarle, ni acercarse a hablar con él. Disfrutó de su botella de vino en el establecimiento de un familiar en compañía de amigos. En esa misma entrevista que publicó La Voz explicaba que no le preocupa que lo señalen. «He cumplido la condena y no hay reproche que hacerme. Puedo pasear con la cabeza muy alta por Arousa y por Galicia». Así lo hizo.