Los «vikinvellos» se reúnen para celebrar el 50 desembarco

ángela Precedo / R. E.

CATOIRA

El festejo comenzó en el año 68, gracias a un grupo de chicos con pasión por la historia y la diversión

23 jul 2017 . Actualizado a las 13:26 h.

Entre alaridos y tambores se anuncia cada primer domingo de agosto la llegada de los vikingos a Catoira. En forma de romería, se rememora el día en que los lugareños resistieron frente a los bárbaros saqueadores del norte. El vino, emulando la sangre derramada; y la música, a ritmo de gaita y tambor, marcan el punto álgido de la celebración: el desembarco.

Desembarco que, este año, va a estar envuelto en un halo especial, por ser su 50 aniversario. Por todo lo alto se celebró ayer la reunión anual con los primeros vikingos, cariñosamente conocidos como «vikinvellos». Miguel, presidente del Ateneo Vikingo, conocedor de todos los secretos de este ritual, recalca que «hoxe non se veu festexar o que pasou hai mil anos, senón o que pasou no ano 68».

Fue un gran agradecimiento para ese «grupo de tolos que, coa súa loucura, deron orixe a unha romaría que co tempo se está repetindo por toda Galicia». Desde A Guarda, hasta Baiona, pasando por Foz y Ribadavia, todas las celebraciones medievales tienen el referente en la que Miguel considera «nai de todas as festas»: la Vikinga.

Carlos, Juan Manuel, Narciso, Ramiro, Lolo, Antonio, César, Evaristo... Por aquel entonces tenían apenas 18 años y ganas de divertirse. «José de Guillán, un vecino, tenía un rebaño de ovejas a las que mató 15 días antes del domingo de romería para poder vestirnos», recuerda nostálgico Carlos Coira. Así, disfrazados de bárbaros, se montaron a bordo de un barco arenero y se lanzaron a la aventura. Llegaron a ser 25 «grumetes», dirigidos desde el palo mayor por Carlos.

Miguel, concretamente, lleva desde los 9 años viviendo la tradición de las Torres de Oeste, cuando aún no le dejaban subirse al barco y se moría de celos. A día de hoy, se ríe de las vueltas que da la vida: «antes non me deixaban ir con eles, agora veñen eles porque os mando eu».

La romería vikinga tiene la suerte de ser de esas celebraciones que lejos de decaer, congrega cada año a más gente joven. Miguel subraya que «a xente nova anímase moito». Tanto es así que, pese a contar con cuatro embarcaciones, «o problema é que faltan barcos para todos». Jorge, uno de los socios más jóvenes, comenta que «estoy esperando todo el año a que llegue el desembarco, porque somos como una gran familia». Restan apenas 15 días para que de comienzo el ansiado espectáculo, seguido por miles de personas.