Perdidos por las laderas de A Siradella

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

O GROVE

Subir al punto más alto de O Grove tiene su recompensa: unas vistas increíbles sobre A Lanzada

26 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta la leyenda que en lo más alto de A Siradella colgaron los vecinos de O Grove al cacique. De esa historia ha quedado huella: una higuera que crece sobre piedras en una de las faldas del monte. Llegar hasta ella es posible y, aunque se puede dejar el coche a unos pocos cientos de metros, lo cierto es que resulta mucho más entretenido aprovechar la ocasión para recorrer algunos de los caminos que pueblan el lugar. En ellos está trabajando la comunidad de montes de San Martiño, que quiere habilitar nuevas rutas por este emblemático espacio, según explica su presidente Francisco Meis. Actualmente cuentan ya con el Camiño de Feáns, un paseo de cerca de dos kilómetros que permite subir hasta lo más alto del monte desde la rotonda de San Vicente.

Un enorme panel informa al visitante que está a punto de comenzar el camino que lo llevará hasta la Figueira do Meco, el árbol más famoso y emblemático de O Gove. Se ubica en la antigua cantera de Raimundo Vázquez, justo donde empieza la carretera que lleva a San Vicente. Y ahí empieza un recorrido, «que é un pouco rompepernas», reconoce Justo González. Este vecino de Sanxenxo es asiduo de este paseo, que le gusta por su tranquilidad. «Aquí hai moitos camiños, por este tardas uns vinte minutos en chegar», añade.

Atención a los paneles

La ruta empieza suave, por terreno llano, y está perfectamente señalizada con indicadores de dirección que, además, informan de la distancia que queda hasta la famosa higuera. Merece la pena prestar atención a los paneles. Uno de ellos explica por qué el terreno que estamos pisando es arena, pues Siradella es un ejemplo claro de cómo un paisaje se modifica, de forma natural, con el paso del tiempo. Esa zona era, antiguamente, una extensa duna, que en un período de entre 50 y 100 años se fue convirtiendo en un pinar. El bosque también está evolucionando ahora y en el futuro «os carballos serán os amos de todo o monte de Feáns, pero nin ti nin eu estaremos para velo», reza la explicación. Leyendo un poco más aprendemos que el camino se cruza, en un momento, con el de A Gatiñeira, que bordea lo que en otro tiempo fue una dehesa real. «De eses montes era de onde se sacou a madeira para facer os galeóns da armada invencible», añade Meis.

Poco a poco, la subida se complica. Y llega la parte más dura, un pequeño repecho en el que hay que hacer un esfuerzo. Pero enseguida termina y la pendiente se suaviza de nuevo. Llegamos entonces al último panel, el que nos cuenta que O Grove es «unha impoñente masa granítica» de la que quedan importantes restos en A Siradella. Enormes piedras que salpican el paisaje y que, debido a la erosión, presentan formas sorprendentes.

Llegar hasta la Figueira do Meco tiene su recompensa, porque desde allí se disfruta de unas buenas vistas sobre la ensenada del Umia. Pero merece también la pena pararse en el centro de interpretación. No para visitarlo, pues está cerrado buena parte del año, pero sí para sentarse en alguno de los dos miradores que hay en sus inmediaciones y disfrutar de las vistas y del silencio. Una pausa antes de emprender la bajada que, por cierto, también puede hacerse por otro camino. Busquen los indicadores.