El profesor que enseña latín en el siglo XXI

Rosa Estévez
rosa estévez VALGA / LA VOZ

VALGA

martina miser

Adaptó la cantata de Carl Orff a nuestro idioma, y ahora ultima una APP con un diccionario latín-gallego

02 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No resopla, pero casi. El profesor de Latín del instituto de Valga, Raúl Gómez Pato, no quiere ni oír hablar de hacerse una foto cargado de gruesos diccionarios. «Eso é moi antigo», dice. El mundo ha cambiado mucho en los últimos veinte años, las nuevas tecnologías han hecho variar «a forma de transmitir o saber que imperou durante 2.500 anos», y ahora la clave, más que en los libros, «hai que buscala no móbil». Raúl, que habla con ese tono tranquilo de los buenos profesores, agita su teléfono. Lo abre mientras explica que negarse a asumir la nueva realidad no tiene ningún sentido. Hay que aprender a moverse en este escenario y, sobre todo, hay que enseñar a los jóvenes a hacerlo. Él ha aceptado el reto, y está volcando el diccionario de latín-gallego publicado hace años por el profesor José Carracedo a una APP. Objetivo: que sus alumnos puedan utilizarla el próximo curso. «Era algo necesario, porque non temos nin textos nin dicionarios en galego para traballar na clase», explica.

Ese trabajo le va a llevar tiempo, pero no parece Raúl Gómez, el profesor de latín 2.0, de los que le escatiman horas a los proyectos en los que se embarca. Como el Carmina Burana en gallego que mañana se presenta en Valga. Manuel Villar, el director de la banda de música, reclamó su ayuda. Se conocían porque Raúl había dado clase a sus dos hijos. Y, cuando necesitó a un traductor para los versos escritos en latín medieval, le pidió un gran favor. «Pediumo, e eu non me podía negar a participar nun proxecto no que están implicados moitos dos meus alumnos, que ou están na escola de música ou tocan na banda».

Así que ahí lo tenemos, con la selección de cantos medievales a la que Carl Orff decidió ponerle música. «En realidade, o texto xa estaba traducido ao galego e publicado por Carracedo». Ese era un muy buen punto de partida, dice. Pero aún así, para afinarlo y hacerlo encajar con la música, tuvo nuestro traductor que volver en más de una ocasión sobre el original del medievo.

El trabajo fue laborioso. Exigía contar sílabas, ajustar rimas, dejar caer los acentos en el momento adecuado. Todo eso, pensando siempre «en como ía sonar», parando a cada poco, revisando bibliografía, rebuscando en el vocabulario las posibles alternativas a un fragmento complicado. «Non foi un traballo fácil, porque o latín é unha lingua distinta. Ten os acentos distintos, é moi sintética, moi matemática», explica.

Afinando versos

A Raúl le encanta la música -y las matemáticas, y la biología, y el arte...-. «Pero non tiña coñecementos suficientes como para facer este traballo só, así que lle dixen a Manolo que me tiña que botar unha man». Comenzaron de esta forma largas noches en las que los versos se afinaban y se cantaban. Pero, finalmente, todas las piezas encajaron en su sitio, y el texto pasó el examen de los solistas, que serán los encargados de ponerle voz mañana por la noche en Valga.

El profesor de latín se ha mantenido al margen del complejo montaje del Carmina Burana. Eso lo ha dejado para Manuel Villar y para quienes saben de música. Mañana asistirá al estreno y disfrutará, desde el patio de butacas, del espectáculo que ha contribuido a crear. «Non quedan entradas. Quixen mercar para uns amigos e xa non puiden», dice. Así que espera que el espectáculo se repita, incluso que inicie una gira por Galicia. «Sería algo importante para a nosa lingua», dice.

Él seguirá todo desde la distancia del traductor. Desde ese lugar en el que sigue maquinando cómo ayudar a sus alumnos no solo a aprender las declinaciones, sino a sentar las bases para expansionar su capacidad de pensar por sí mismos. Eso sí que es un reto.

Ayudó a traducir y adaptar «Carmina Burana» al gallego. El domingo acudirá a la presentación de este

gran espectáculo en el auditorio de Valga.

A este reto se enfrentó porque se lo pidieron, y porque muchos de sus alumnos tocan en la banda municipal. Durante meses, mientras ajustaba las letras de la cantata, se preguntaba: «¿Isto como vai soar?».