Una maldición llamada Megasa

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

En lugar de un hipermercado, la revisión del PXOM concebía en Megasa viviendas y un uso residencial.
En lugar de un hipermercado, la revisión del PXOM concebía en Megasa viviendas y un uso residencial. m. irago< / span>

Lo que ha pasado con la tramitación del centro comercial necesita un explicación definitiva, a riesgo de emponzoñar la vida pública

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Marcó la campaña de las municipales y su resolución, en un sentido u otro, está a punto de marcar también el mandato. El embrollo urbanístico tejido en torno al caso Megasa reverdece al hilo del pleno del jueves y la reunión que políticos, técnicos y comerciantes celebrarán el viernes que viene con la intención de frenar la creación de un centro comercial sobre la parcela de la antigua metalográfica. Una parte, al menos, ya que el Partido Popular ha dejado bien claro que el Concello no tendrá más remedio que cumplir la ley. Llegado el punto de tramitación en el que se encuentra el proceso, pocas vías más parecen abrirse que la asunción de la autorización que a buen seguro concederá la Xunta. Y, en el momento en que se presente, la aprobación del proyecto constructivo y el otorgamiento de las correspondientes licencias. Es la ley, argumenta el portavoz conservador Tomás Fole. Y lleva razón, por supuesto.

Pero lo que aquí se ha puesto en juego no es de índole exactamente legal. Atañe a algo bastante más primario, algo sobre lo que precisamente se funda la ley. Estamos hablando de confianza y transparencia, de la voluntad clara y la retribución justa en la gestión de lo público. Todos esos factores cuya degradación en la vida política ha acabado por agotar la paciencia del ciudadano.

Nunca se insistirá lo suficiente en la necesidad de actuar con claridad ante el sufrido administrado, que es quien, al fin y a cabo, provee con sus impuestos el funcionamiento de la Administración, aquí y en la luna. Una vez más es preciso recordar que el error de Fole en este caso no consistió en darle trámite como alcalde a la instalación de una gran superficie comercial en los terrenos de la vieja fábrica, sino en haber jugado al gato y al ratón con el objetivo final de un proyecto que figuraba expresa y textualmente al pie de uno de sus planos: Alcampo. Fue absurdo y temerario alegar ignorancia en estas condiciones.

Nada tiene de extraño, insistamos de nuevo en ello, que un regidor popular apueste por una iniciativa privada de esta índole. Está en el ADN de su partido. Y, que se sepa, el PP de Vilagarcía nunca ha defendido un modelo de ciudad en el que los centros comerciales no tengan espacio. Al jugar al despiste sobre lo que se preparaba en Megasa, el bipartito conservador consiguió, en cambio, generar un efecto perverso y, no lo duden, extraordinariamente tóxico para sus propios intereses. Para los de todos.

En lugar de ofrecer a la ciudadanía y al pequeño comercio la oportunidad de debatir abiertamente, con las cartas boca arriba, la conveniencia o no de que un hipermercado de las características de Alcampo desembarque en Vilagarcía -con sus ventajas e inconvenientes, porque existen argumentos en ambos sentidos- la actitud del anterior gobierno municipal desvió el foco de atención hacia la tramitación urbanística, forzando a Zona Aberta a levantar un costoso frente judicial y disparando sospechas y malos entendidos.

En algún momento, alguien tendrá que explicar por qué la revisión del PXOM durmió el sueño de los justos durante año y medio cuando su aprobación inicial se preveía para comienzos del 2014. Quién conocía y quién no que ese documento, el borrador del nuevo planeamiento, se proponía negar, ya desde los tiempos del socialista Marcelino Abuín en Xestión do Territorio, los usos comercial e industrial a la parcela en cuestión. Megasa, de hecho, recibió licencias en precario para facilitar su actividad en tanto no se sustentaba un hipotético traslado que jamás llegó. Por qué, en definitiva, los plazos jugaron a favor de que se instale allí una superficie comercial en lugar de las viviendas de bajo, dos plantas y aprovechamiento bajo cubierta que le concedía el esbozo del plan urbanístico. De no hacerlo así, las sospechas, nefastas compañeras de la vida pública, nunca se desvanecerán del todo.