Cortegada y el fracaso del acuario

Serxio González CON GOTAS

VILAGARCÍA DE AROUSA

01 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aprovechen, quienes puedan hacerlo, la mañana de sol. O el anochecer. Dense una vuelta por el paseo marítimo que une Vilagarcía y Carril y comprueben cómo el acuario, incómodo compañero de la playa de A Compostela durante los últimos treinta años, ofrece a la vista su osamenta de ladrillo y hormigón. No le queda mucho tiempo por delante. Apenas unos días antes de que la piqueta acabe con lo que queda de su estructura, desnuda de todo aquello que el Concello ha podido desmantelar para su teórico aprovechamiento futuro.

A poco que uno se detenga, lo observe con cierta calma, lo rodee y, por qué no, husmee en su interior, caerá en la cuenta de que es difícil marcharse a casa o a echar un trago sin llevarse en la chepa un amargo sabor a fracaso. En un lugar en el que se eleva a categoría de monumento una columna de granito cuyo destino final ocupa y preocupa a la corporación municipal hasta el punto de que no falta quien proponga ya hacer un escote para enviarlo a la órbita de Júpiter junto al célebre monolito negro de Kubrick. En un sitio en el que la demolición a traición de unos bancos de azulejo puso y quitó gobierno, quién sabe si también aquella reivindicación hoy olvidada de la ventana arqueológica. En una Vilagarcía, en fin, tan inclinada a abandonarse a fondo a este tipo de debates, resulta verdaderamente sorprendente que el acuario no haya tenido un solo valedor. Ni una voz se ha hecho oír -me incluyo entre quienes guardamos silencio- para defender la obra maldita de César Portela.

Qué mejor centro de interpretación

Lo curioso del asunto es que el Ayuntamiento apetece un centro de interpretación del archipiélago de Cortegada para dar pleno sentido a su pertenencia al parque nacional Illas Atlánticas. A no ser que el objetivo apunte a unas instalaciones en la propia isla, no se me ocurre un mejor espacio para ubicar tal servicio que el maltratado piorno. Tarde piaches, exclamará cualquiera que haya llegado a este punto de la lectura. Y llevará toda la razón. He tenido que sortear una valla y asomarme a la ría de Arousa desde lo que un día fue la gran cristalera del acuario para percatarme de que este edificio que no ha sido capaz de hacer un solo amigo en treinta años es la mejor atalaya sobre su mar que los vilagarcianos tendrán nunca a su disposición -lo que suceda con el muelle de O Ramal ya lo veremos-, incluyendo Cortegada y el recorte de Carril hacia punta Portugalete. Que salvo algún destello bajo aquel bipartito 2007-2011 no hayamos sido capaces de darle un uso cabal desde que fue concluido es el indicio más claro de que hay algo aquí que va mal.