Cuando las maletas se hacen en el momento equivocado

s. l. l. vilagarcía / la voz

VILAGARCÍA DE AROUSA

04 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mohamed Houddah tenía un sueño. Vivía como podía en su Marruecos natal -aunque en realidad es del Sahara, como él bien puntualiza-, pero tenía una profesión, era mecánico, incluso de los buenos, hasta tal punto que inventó una máquina que todavía se sigue usando en su país, una trituradora de plástico que facilitaba el traslado y el almacenaje de este producto, incluso lo abarataba. «Lo que antes transportabas en tres camiones, lo puedes transportar en uno después de trocearlo en la máquina», decía hace unos días en un curso de formación al que asistió en Vilagarcía. Con esa vocación de ingeniero y muchos sueños en la maleta, Mohamed se vino a España con su mujer. Su intención era trabajar duro y ahorrar dinero suficiente para montar un taller en su país. Pero no eligió el momento adecuado, llegó en plena crisis y fue imposible encontrar un trabajo estable. La España que se encontró nada tenía que ver con la que intuía por la tele, o por lo que le contaban sus compatriotas.

Y fueron pasando los años y llegando los hijos. Tiene tres, y siempre se las apañó para sacarlos adelante, pero sin un trabajo estable, aferrándose a lo que aparecía y mejorando su dominio del idioma y su formación en los cursos a los que pudo apuntarse.

Como él están muchos de los que llegaron en los últimos años, que sobreviven de las ayudas sociales y de los trabajos que nadie quiere, dedicándose a la chatarra, a la venta ambulante o sacándose unos euros en la vendimia, oficios inestables que les dan para comer y poco más, de ahí que buena parte de ellos dependan de ayudas sociales.

Muchos sueños como el de Mohamed se convierten en pesadillas y las maletas se hacen de nuevo, esta vez para volver.