Una carretera con mucho tráfico que sobrevive con parches

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

La entrada a Vilagarcía desde Rubiáns ha mejorado bastante, pero las ruedas siguen sufriendo un pavimento desgastado

27 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de que las circunvalaciones de Vilagarcía han logrado aliviar la presión, la carretera de Rubiáns sigue siendo una vía de tráfico denso. Los coches entran y salen de la ciudad formando un flujo continuo, casi rítmico. Precisamente por eso, era difícil de entender el pésimo estado en el que se encontraba esa vía hace apenas un par de años. Entonces, recorrer el tramo entre la rotonda de Baión y la gasolinera de San Roque sin haber metido la rueda en alguno de los baches que jalonaban el recorrido era casi misión imposible.

Afortunadamente, el paso de la Vuelta Ciclista por la ciudad hizo enrojecer a algún responsable de carreteras. Y en vísperas de que la serpiente multicolor recorriese las calles de Vilagarcía a finales del verano de 2014, se asfaltó. Quizás por las prisas, aquella primera actuación acometida por el Ministerio de Fomento acabó en chapuza: los márgenes de la calzada quedaron sin tratar. Y aunque meses después se le dio un segundo repaso a la zona, sigue habiendo espacios a las que el asfalto no ha llegado. Fíjense, sino, en el entorno de la plaza de San Roque, donde está instalada la gasolinera: comprobarán como, bajo algunos coches aparcados, sigue aún al aire el rostro del viejo asfalto.

Sigamos avanzando con rumbo a Rubiáns. El tramo entre las rotondas de Luz Salgada y de Larsa sí que ha mejorado tras las obras realizadas. Y cuánto. Los conductores pueden desviar su mirada un segundo hacia los cascotes de la vieja Megasa sin miedo a que su coche desaparezca dentro de uno de los grandes baches que antes poblaban la calzada. Aunque el carrusel de socavones ha pasado a la historia, no se despiste de todo: ni una sola de las tapas de las arquetas que hay en el recorrido se han ajustado correctamente al asfalto.

Minucioso

Pero la nueva capa de rodadura se acaba en cuanto pasamos la rotonda de Larsa. Encarar la recta de Rubiáns exige afrontar una carretera que se mantiene viva a base de parches y más parches. La vía presentaba largas fisuras que, sin llegar a la condición de baches, resultaban extremadamente molestas para la circulación rodada. Para solucionar el problema, esas grietas se han tapado una a una. En algunos puntos, el operario que repasaba de forma minuciosa el asfalto, ha realizado curiosos dibujos. En otras ocasiones, el trazo corrector discurre por el medio y medio de las líneas blancas que señalizan la calzada, generando un desconcertante código para los conductores.

Los extraños dibujos sobre el asfalto continúan a lo largo de toda la carretera de Fomento, tapando las heridas dejadas por el paso del tiempo. En algunos puntos -como en el tramo situado en el alto del Altamira- el asfalto parece más joven que en el resto de la vía. Son esos pequeños parches que, como en las inmediaciones de la rotonda de Baión, se aplicaron en zonas en las que no bastaba un pequeño arreglillo para curar la maltrecha carretera.

Un empalme que necesita un apaño. Para acceder al desvío del hospital hay que superar una zona en la que el asfalto está hecho un desastre. Entre una calzada y otra, se ha formado un auténtico escalón.

Zonas sin tocar. Cuando Fomento asfaltó por primera vez los tramos urbanos de la N-640, olvidó los márgenes de la vía. En el segundo asfaltado, hubo zonas que volvieron a quedarse como estaban.

Negro sobre blanco. El empeño por borrar las grietas del asfalto ha provocado que, en algunos puntos, el negro del corrector se superponga al blanco de las señales viarias.

Trazos sobre el asfalto. En buena parte de la calzada se ha optado por tapar las grietas que entorpecían la circulación, lo que ha formado auténticos dibujos sobre el asfalto. fotos martina miser

Viejos recuerdos. Antes, el tramo entre la rotonda de Larsa y la de Luz Salgada era una sucesión de baches ahora desaparecidos. Solo las arquetas, mal encajadas, recuerdan viejos tiempos.