Los últimos teléfonos públicos de Vilagarcía sobreviven malamente

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Varios ya no existen, otros no funcionan y la higiene de los que aún lo hacen no invita a aproximar los labios a sus auriculares

29 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cabinas están firmemente arraigadas en el imaginario colectivo. Tanto que siguen llamándose así, a pesar de que perdieron hace ya mucho tiempo su condición de receptáculos cerrados en los que un tipo como Clark Kent podía transformarse en el hombretón de moda, a costa de vestir unos calzoncillos colorados sobre sus mallas azules, o José Luis López Vázquez se veía encerrado en aquel claustrofóbico telefilme que firmó Antonio Mercero. El mismo que, quién lo iba a decir, facturaría series de relumbrón como Verano Azul o Farmacia de Guardia con el trajín de los años. Quienes cursaron bachillerato en los 80 las recordarán a todo esto con cariño como la fuente de las llamadas que alertaban a la dirección del instituto de turno de cualquier amenaza falsa, mejor si se trataba de una bomba, coincidiendo con la temporada de exámenes.

El caso es que, poco a poco, las ya mal llamadas cabinas van desapareciendo de las calles. Vilagarcía no es una excepción. Algunos teléfonos legendarios, como el que ofrecía sus servicios en Rey Daviña, a las puertas del Travolta, se han esfumado. Su compañero, ubicado en la otra punta de la calle, en las inmediaciones de la Baldosa, tampoco existe. No falta quien se extrañe al comprobar que otro aparato de lo más socorrido en sus tiempos, el que funcionaba en la Alameda, ha corrido la misma suerte.

Con eso y con todo, en la capital arousana sobreviven al menos una docena de cabinas. La mayoría son de Telefónica, claro, aunque R ha hecho también sus pinitos en la ciudad, tímidamente, con un par de teléfonos públicos. Varios de ellos no funcionan o lo hacen malamente, obligando al usuario a marcar un par de veces el número. En realidad, ninguno da muestras de gozar de un correcto mantenimiento. Al menos, no por lo que respecta a la higiene. Cualquiera comprende que el teclado está expuesto a la presión, repetida hasta la saciedad, de un millón de dedos índice. Pero el aspecto poco aseado de los auriculares que siguen en servicio no invita, precisamente, a aproximar los labios.

Las operadoras han intentando insuflarles un último aliento, permitiendo enviar faxes y SMS o recargar el móvil. Pero las cabinas se dirían condenadas. Superman tendrá que mudarse en los baños de algún bar.

El modelo doble. En las Pistas continúa funcionando una cabina de Telefónica. Se trata de un modelo doble, en el que dos usuarios pueden telefonear a la vez. Se mantiene razonablemente.

Con ciertos problemas. Junto a la plaza de A Peixería y la parada de los autobuses hay una cabina simple. Tiene línea y da llamada, pero la pantalla está dañada y es difícil leer sus dígitos.

No funciona. Una de las pocas apuestas de la operadora R en Vilagarcía por las cabinas se encuentra junto al cruce de San José, en la avenida Rosalía de Castro. Tiene una doble utilidad, ya que da servicio a sus clientes como repetidor de Wifi, pero ayer, al menos, no funcionaba. fotos martina miser

Con Cortegada a la vista. Hubo otras, como la que prestaba sus servicios junto a Celita, pero hoy por hoy la cabina de Carril es, sin duda, la que permanece enclavada en la plaza de A Liberdade. Disfruta de buenas vistas y además funciona.

Arrancada y sucia. Otro de los modelos dobles languidece sin apenas mantenimiento en la avenida de A Mariña, camino ya de la plaza de A Peixería. Uno de los aparatos apenas da señal y constituye una temeridad higiénica. El otro ni siquiera está.