Vuelva usted cuando tenga cita previa

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Sin vez resulta difícil ser atendido en la Administración. Y, a veces, pedirla es un suplicio

24 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Sin cita, en Hacienda no te dan ni los buenos días». La frase es de un hombre que ayer acudía, cita previa en mano, a arreglar un problema con su declaración. Y sus palabras no podían ser más aclaratorias. Efectivamente, si uno no lleva una vez concertada bajo el brazo, es mejor que no pise ni Hacienda ni casi ninguna oficina de la Administración, dado que tendrá que volver otro día. Pese a ello, por desconocimiento o por lo que sea, hay numerosas personas que acuden sin haberla tramitado. La mayor parte de las veces pierden el viaje. En otras ocasiones, igual tienen suerte y hasta les despachan.

La ruta empieza en una oficina del Instituto Nacional de la Seguridad Social en Pontevedra, en la calle Gagos de Mendoza. Si uno busca en la web del ministerio, le indican que en este local se da preferencia a las citas previas. Hablan de preferencia, no de que no se atienda sin vez. ¿Qué pasa en la realidad? A veces quedan huecos libres, como ayer, y quien llega sin su cita puede pasar. Otras, toca esperar toda la mañana o volver otro día. «Yo no tenía ni idea de que había que llamar ni nada, vine y tengo para dentro de una hora... Por lo que parece tuve suerte», decía ayer una mujer que esperaba su turno. Esta misma prueba, con idénticos resultados, puede hacerse en la oficina de Vilagarcía, donde hay carteles por doquier insistiendo en lo de pedir cita.

Suma y sigue en la gerencia provincial del Catastro. En este caso, además de necesitarse cita previa para realizar los trámites, incluso para solicitar información hay que sacar una especie de vez en una máquina. Luego, una vez que uno logra hablar con alguien, ya se verá qué ocurre con su papeleo. Un hombre de Salceda de Caselas, que acudía acompañado de su gestor, señalaba: «Aquí ou ves co da xestoría ou non te das conta de nada. Ademais está todo colapsado, así que non resolves nin unha mañá nin en dúas, tes que vir ben veces».

En Tráfico, enfados a raudales

También en la oficina pontevedresa de Tráfico, para gran parte de los trámites, sí o sí hay que llevar cita. El problema, en este caso, es que o se solicita vía Internet o, por teléfono, a través del 060, y eso toda una odisea. El contestador se corta, no entiende lo que se le dice... Y eso acarrea un buen número de enfados. «Yo de Internet no sé nada, intenté pedirla por teléfono y no fui capaz. No llegué a entenderme con el contestador... Al final, menos mal que conseguí que me la pidiese un familiar que sí controla de ordenadores», reconocía ayer un hombre que acudía por un problema derivado de haber dado de baja un vehículo.

Algo más contentos estaban en el antiguo Inem. Todos los consultados sabían que tenían que pedir cita y, por tanto, llegaban con los deberes hechos. Además, estaban satisfechos porque la espera era solamente de unos minutos. «Aquí las cosas van bien. con la cita no hay drama, el problema es que no nos llaman para darnos trabajo», señalaba con tristeza e ironía un hombre.

La ruta termina en Hacienda, donde, efectivamente, sin cita ni los buenos días. Ayer, al llegar, en plena campaña de la renta, asustaba la cantidad de personas que esperaban. Pero a favor de la Administración hay que decir que los números iban pasando, tal y como podía verse a través de una pantalla, a toda velocidad. «Llaman rapidísimo», se oía decir.

«Hoy terminé muy rápido, otros días tardo mucho más. Nunca sabes»

Juan Paladines, un ecuatoriano afincado en Pontevedra, salía ayer de una de las oficinas de la Seguridad Social. Está en el paro, tiene cuatro hijos, depende de ayudas y visita con frecuencia esas instalaciones. Dice que el tiempo que pasa esperando es muy variable, sobre todo si uno no pide cita: «Hoy terminé muy rápido, otros días tardo mucho más. Nunca sabes». Paladines hablaba de la dificultad de los mayores para solicitar vez ante la Administración. Pero luego, se reconcilia con su país: «Es un país seguro», manifiesta.

«Estoy aquí esperando y no tengo ni idea de si me van a atender o no»

Santiago López se topó con lo que cree que es un error catastral y ayer acudió a la oficina que hay para estos menesteres en Pontevedra. Lo hizo sin cita, con la intención de preguntar al llegar si tenía que concertar una vez o no. Pero se topó con que tuvo que sacar un papelito y esperar. Llevaba media hora allí sentado, y estaba desconcertado: «Yo estoy aquí esperando y no tengo ni idea de si me van a atender o no. Igual tengo que venir otro día», señalaba. A su lado, otra pareja estaba en idéntica situación que la suya.

«A mí me atendieron sin problema ya que vine a pagar, para eso no hay pegas»

Emilio Fentanes salía ayer de Tráfico «con el deber cumplido», como decía él entre risas. En realidad, lo que había hecho es pagar una multa e informar de que no era él el conductor del vehículo al que multaron. Llegó sin cita y no tuvo problema para realizar su trámite. Él lo veía de la siguiente manera: «A mí me atendieron sin problema ya que vine a pagar, para eso no hay pegas». Viajó a Pontevedra desde Rebordelo, un lugar ubicado en Cotobade. Si no lo atendiesen, perdería un viaje de treinta kilómetros.

«Yo sí estoy encantada, ayer mismo cogí un hueco por Internet»

Pilar Castiñeira estaba ayer, con su hija de dos años, esperando en el antiguo Inem -actual Servizo Público de Emprego de Galicia- a que la atendiesen. No le dio tiempo a la niña a corretear unos minutos desde que entró con su madre al local y ya llamaron a la mujer para ser atendida. «Yo sí estoy encantada, ayer mismo cogí un hueco por Internet y hoy ya pude venir. Le veo problema a la gente que no se maneja bien con el ordenador», señalaba. Luego, indicaba que le parece bien que para sellar el paro no haga falta cita.

«Por teléfono non había forma. Eu dicía Pontevedra e dábanme vez para Granada»

A Antonio Regueira acudió sin cita a Tráfico, en Pontevedra, para solventar un papel. Perdió el viaje desde Soutomaior. Ayer volvió, pero con la vez concertada. Contaba que, para pedirla, vivió una situación casi surrealista: «Por teléfono non había forma. Eu dicía Pontevedra e dábanme para Granada. Chamei unha chea de veces e eu veña a dicir Pontevedra e a máquina veña a entenderme Granada». Tras varios intentos frustrados, dejó la cosa en manos de su hijo, que le concertó la deseada cita vía Internet.

Quejas de mayores que no tienen acceso a Internet o no logran entender los contestadores

María peina los 75 años. Y no está al día en asuntos de informática. «Nunca me fixo falta e tampouco me gusta», reconoce ella. El caso es que se está planteando acudir a clases y, al menos, aprender a manejarse mínimamente con Internet. Y lo hace por la Administración: «Todo está pensando para os que teñen Internet, a xente toda che di que os trámites son máis fáciles se os fas así... E claro, non me quedará outra que aprender». La semana pasada tuvo que renovar el carné de identidad. Primero, intentó pedir cita por teléfono. Y no logró entenderse con el contestador. «Estuve esperando e esperando a ver se me pasaban cunha operadora ou algo así, xa que a min o contestador ese non me entendía. Pero nada, non me saíu ninguén». Finalmente, una vecina le pidió cita vía Internet.

Algo similar contaba otra mujer en la Seguridad Social. Tuvo suerte y ayer la atendieron sin cita. Pero se quejaba: «Si uno domina Internet no tiene problema, sino hay que pedir favores para que te quiten la vez».

Máquinas para solicitar turno que pocos logran manejar sin dificultad

En la Seguridad Social se puede coger vez para ese mismo día si quedan huecos libres. Pero la terminal que hay que usar no es tan fácil como debería. De hecho, solo con estar unos minutos en el local queda claro que la mayoría de los usuarios se pierden y acaban necesitando que una persona les informe. En el Catastro también hay una máquina para comprobar si uno tiene cita o no.