Dos niñas despistan a un intruso haciéndose las dormidas

SARA MEIJIDE, m. b. VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Entran en un piso céntrico de Vilagarcía a plena luz del día, rompen la cerradura y no se llevan nada

27 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado sábado, María y Andrea sufrieron el susto de sus vidas. Unos golpes «muy, muy fuertes» en su piso de la calle Rey Daviña, despertaron a estas dos jóvenes vilagarcianas de catorce y dieciséis años cuando se encontraban solas en casa. «Como muchos sábados, mi madre estaba en el mercadillo», explica María. En un primer momento, las menores pensaron «en ir a la puerta para ver qué pasaba», explican, pero al ver que esos «ruidos cada vez iban a más», decidieron mandar un mensaje a la madre de María que, al principio, no dio mayor importancia a los avisos.

«Yo empecé a recibir whatsapps de mi hija que ponían todo el rato mamá, mamá, hay ruidos, llama a la policía, pero yo no le hacía ni caso», explica. Y es que al parecer María no es muy amiga de quedarse sola en casa, por lo que su progenitora sostenia que «serían los ruidos que hacen las gaviotas», comentan entre risas las niñas.

Tras un par de minutos, alguien asaltó la casa. No saben si uno o varios hombres, no están «seguras de cuántos podían ser. El piso es enorme y si hablan en una punta no se puede oír desde la otra». Al escuchar que alguien estaba recorriendo el hogar «de arriba a bajo: salón, baño, cocina...», las chicas dieron por hecho que a su habitación, tarde o temprano, llegaría. Así fue como decidieron hacerse las dormidas y «evitar que nos hicieran algo a nosotras», explica una de las jóvenes. Como sospechaban, un hombre abrió la puerta de su habitación, y «sin encender la luz ni nada», volvió a cerrarla. Esta operación la repitió, en concreto, dos veces, y en una de ellas, Andrea pudo «ver que el brazo que abrió la puerta era muy peludo. De hombre». «Cuando ya me dice la niña que un hombre acababa de entrar en su habitación fui corriendo a casa porque claro... ya no podía ser que estuviera confundida», relata la madre. Cuando llegó, el asaltante ya se había marchado, por lo que decidieron llamar a la Policía.

El desagradable episodio concluiría con otra anécdota si cabe más inquietante. Antes de marcharse del piso, el hombre dejó un chuchillo apoyado en un mueble próximo a la habitación, se supone que por un despiste. Cuando se levantaron y salieron de su habitación, las chicas se quedaron de piedra: «Estábamos muy asustadas, acojononadas, más bien», asegura María.

Paradójicamente, el intruso no se llevó nada, lo que ha desconcertado a la familia ya que, aunque no había dinero a la vista, si tenían «las libretas del banco e incluso las tarjetas con los pins allí, sin esconder ni nada». Finalmente, todo ha quedado en un susto aunque las niñas tardarán tiempo en querer volver a quedarse solas en casa.