Los piratas informáticos colocan a los comerciantes en su punto de mira

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

m. irago

Dos empresarios arousanos denuncian que sus negocios han sido «hackeados»

02 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«No nos podemos imaginar que pueda llegar a pasar por el tamaño de una ciudad como Vilagarcía, pero lo cierto es que está pasando». Rocío Louzán, presidenta de Zona Aberta, reconoce que la preocupación comienza a instalarse en el colectivo de comerciantes ante el desembarco de los piratas informáticos, que han comenzado a lanzar sus ataques entre los pequeños autónomos. Al menos dos de ellos han sufrido en las últimas semanas el chantaje de los hackers. Uno de ellos decidió pagar y desembolsó tres mil euros. El otro, no.

La manera de actuar en ambos casos fue muy similar. El ataque comenzó a última hora de la tarde o ya de noche para que en un principio pasara desapercibido. Al día siguiente se descubre el desastre. Los ordenadores, y cualquier dispositivo que a ellos estuviera conectado, no funcionan y toda la información está encriptada. En los pantallazos, aparece una dirección de correo electrónico. Una vez que el afectado se pone en contacto con los piratas la respuesta es clara: quieren dinero a cambio de mandar las claves con las que poder desencriptar toda la información. Una información indispensable, hoy en día, para que cualquier negocio funcione porque el ataque deja inutilizados absolutamente todos los equipos que estén conectados por router.

A partir de ahí surgen dos opciones. Ceder al chantaje y pagar, aún a riesgo de saber que eso solo puede ser el principio de un reguero de peticiones, o armarse de paciencia y comenzar prácticamente de cero. No hay tercera vía. Los expertos informáticos a los que consultaron los vilagarcianos les dijeron que desencriptarlo es prácticamente imposible.

«Me pedían que les pagara en bitcoins»

El ataque a Baños Print comenzó a las 22.30 de un día de semana, cuando ya no había nadie en el establecimiento. «No sé en qué momento se activó. Pudo ser con una foto, o con un correo electrónico o con una descarga de Internet. Sé que no comenzó al momento sino unas horas después y que estuvo toda la noche trabajando». Cuando Fran Baños llegó al día siguiente a su establecimiento se encontró con que ningún dispositivo funcionaba. «Yo dejaba todos los aparatos encendidos», recuerda y descubrió que estaban hackeadas hasta las memorias USB. El siguiente paso fue el inefable correo electrónico. La respuesta de los piratas fue tan educada como concluyente. Tras comenzar con un «buen día», y en un perfecto inglés, le contaban lo que ya sabía, que habían encriptado todos su archivos y que en el caso de buscar a compañías especializadas le cobrarían miles de euros mientras que ellos «solo» le pedían 2,5 bitcoins, que subirían a 3 al día siguiente. Fran no pagó. Todo sucedió en la primera semana de octubre y «aún no tengo todo como lo tenía antes».

3.000 euros que sí se pagaron

Nacho Rodríguez, de Iñaki Zapaterías, sí que pagó. Desembolsó tres mil euros. Su via crucis comenzó a las siete de la tarde del sábado 19 de noviembre. «Hice la última venta y ya noté que el tique tardaba en salir. Poco después empezaron a llamarme desde los demás puntos de venta porque las pantallas hacían cosas raras», recuerda. A partir de ahí, el recorrido ya conocido. Correo electrónico a la dirección que aparecía y mensaje de vuelta pidiendo tres mil dólares que acabaron siendo tres mil euros.

Nacho puso la correspondiente denuncia y hasta llamó al seguro. Sin éxito, claro. «Te recomiendan que no pagues, pero yo tengo cinco puntos de venta y 10.500 referencias...», subraya. Así que el pasado jueves decidió arriesgarse y el viernes llegaron los códigos para comenzar a desencriptar. Poco a poco va recobrando la normalidad pero siempre con la mosca detrás de la oreja. Conoce un caso de otro empresario de fuera de la comarca que pagó cinco mil dólares y a los diez días le lanzaron otro ataque. Como ya había aprendido la lección, su copia de seguridad externa, y diaria, le zafó de otro desastre. Nacho también la hace ahora. Y recomienda a todo el mundo que lo imite. «Es lo único que te puede salvar», aconseja.