«El cáncer es sinónimo de lucha»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CAPOTILLO

Sindi Bonome superó un tumor de mama y ahora convive con un linfedema, una enfermedad rara

25 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Gumersinda Bonome Varela, Sindi, se desplazó ayer por la tarde en tren desde Vilagarcía a Pontevedra para participar en el acto del Día Mundial de las Enfermedades Raras organizado por Fegerec en la ciudad. El carnaval obligó a adelantar al viernes esta conmemoración que tiene lugar cada 28 de febrero. Sindi dice que tenía que estar. «Lo que hacen las asociaciones es muy grande. Debemos participar para visibilizar las enfermedades raras. Y te digo más, la voluntad de la gente es lo que ayuda a la investigación, por eso es muy triste que algunos piensen que hay lucro», remacha.

Sindi, que tiene 71 años y hoy vive en Carril, superó hace nueve un cáncer de mama. Cuenta que la operaron en Madrid, donde residía, y que nunca le dijeron que podría desarrollar un linfedema. Está considerado una enfermedad rara y consiste en la acumulación anormal de líquido en el tejido blando debido a una obstrucción en el sistema linfático. A ella le afecta al brazo izquierdo. «Cuando volví a Galicia un día leyendo el periódico conocí al presidente de la Asociación Galega de Linfedema (AGL) y me hice socia», explica.

Ha aprendido a convivir con un dolor permanente, que alivian las sesiones de fisioterapia que recibe cuatro veces al mes y que cofinancia con una ayuda de Fegerec. «El desarrollo de la enfermedad fue lento y doloroso y eso que yo no soy de las que se le hincha mucho el brazo», apunta. Aunque admite que sobrellevar el linfedema es «latoso», puede más su positividad. «Siempre digo que el cáncer hoy en día no es señal de muerte, sino de lucha. La quimio es muy dura, la radio... A veces somos experimentos, pero solo luchando se consigue la victoria».

Viajera y devoradora de libros

Y lo afirma ella, que ahora «tira» de tres personas de su círculo próximo (familia y amigos) que batallan contra el cáncer. En concreto, de colon, hígado y mama. Sindi, que es natural de Pontedeume (A Coruña), fue y sigue siendo una gran viajera. A los años que va cumpliendo se suma el linfedema. «Antes viajaba mucho más que ahora. Llevo una prenda ortopédica en el brazo, pero los viajes largos se me hacen cansados, no tengo fuerza en el brazo y pesa. Pero sigo yendo a Vitoria a ver a mis dos hijas y dos nietos».

A esa pasión por viajar, Sindi añade otra. La lectura. «Leo mucho. Leo todo. Bueno, todo no. La poesía me cansa, pero el resto lo devoro». Ahora compagina la lectura de Raíces con el último libro de Garzón. Esta mujer de apellido italiano, que se siente española y gallega por ese orden, se jubiló a los 60 años. Su primer empleo fue en artes gráficas. Luego se casó con Juan, su marido, y se fueron a vivir a un pueblo entre Palencia y Madrid. Dejó de trabajar. «En aquella época era lo normal», matiza. Después colaboró en el colegio y en el instituto de sus hijas y cuidó a una persona con alzhéimer. Esa experiencia le dejó huella. Tanto que tiene claro que el alzhéimer es peor que el cáncer: «El cáncer te da dos opciones, te curas o te mueres, pero el alzhéimer te lo quita todo y además no tiene cura».

Su trayectoria laboral también incluye una residencia de ocio en Cercedilla, en Madrid. «Hoy ya está cerrada», añade. Después de que el cáncer de mama golpeara sus vidas, el matrimonio decidió dejar Madrid. «Aquella casa me olía a quimio. Mi marido me dijo, ‘‘nos vamos. Elige, Levante o Galicia’’». Y así fue como acabaron en Carril. Ese mar que tiene cerca es otra presencia constante en su vida. «Durante treinte años veraneamos en Portonovo», desvela. En aquel Portonovo que aún era más bonito que el de hoy. Sindi insiste en que la investigación es imprescindible para avanzar en el tratamiento de las más de siete mil enfermedades raras. Y mesas informativas como la instalada ayer en la plaza de A Peregrina ayudan a ponerle cara a alguna de esas dolencias.