La cuna de Vilagarcía, más cerca

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Unos 600 escolares recorrerán el bosque urbano para descubrir sus valores naturales y patrimoniales

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Escondido entre el cemento y la piedra del casco urbano de Vilagarcía, quien accede al Castro Alobre se encuentra, de repente, en medio de un bosque encantado. Varios tonos de verde bailan de rama en rama y una mullida alfombra de hojas cubre el suelo. Este espacio es una joya. Un tesoro que, reconocía ayer el alcalde Alberto Varela, «levaba moitos anos esquecido». De él se olvidaron los políticos, que dejaron que sus accesos se convirtiesen en barreras. Y al final acabaron por olvidarse de él los ciudadanos. Hasta ahora: el actual gobierno local está empeñado en convertir este espacio en «o gran referente verde, patrimonial e cultural de Vilagarcía». Y hace un año iniciaba un plan de mejoras que, a estas alturas, ya han logrado acercar el Castro Alobre a la ciudad y a quienes la habitan.

Para empezar, se han mejorado los accesos. La entrada al parque desde Vista Alegre fue la primera zona en ser arreglada. Antes, para cruzar la puerta del recinto era preciso llevar buen calzado y pisar con cuidado, y ni con esas estaba el caminante libre de un esguince. Ahora, la cuesta ha dejado de ser un peligro para los tobillos, una barrera infranqueable para quien se mueve en silla de ruedas, o empujando un carrito de un bebé.

No se crean que, superada la entrada, la libertad de movimiento estaba garantizada: las escaleras que conectan las distintas terrazas en las que se articula el parque en su descenso hacia O Castriño estaban tan deterioradas, tan rotas, que muchos caminantes daban la vuelta antes de atreverse a poner un pie en ellas. Aquellas estructuras han sido sustituidas por nuevos escalones de acero cortén. Sólidos, antideslizantes y sufridos, apenas necesitan mantenimiento. Una nueva rampa y unas nuevas barandillas completan el milagro: han logrado acercar el parque a la ciudad. Y si hace unos meses a él apenas acudían quienes iban a pasear con sus perros, ahora ya no es raro ver familias que buscan en la sombra un lugar en el que pasar un rato al aire libre.

Buenos motivos

Pero tras tantos años olvidado, el parque necesita de una buena campaña de promoción. Y el Concello parece dispuesto a hacerla. Para empezar, ha organizado una serie de visitas escolares que harán que alrededor de 600 chavales de los primeros cursos de Primaria conozcan el parque y sus valores naturales. Los rapaces descubrirán, también, ese mágico rincón en el que habitaron los primeros vilagarcianos: un castro que habla de un enclave rico, pujante, bullicioso. Los arqueólogos de la Diputación, que se esfuerzan en consolidar lo que allí descubrieron, serán los guías de los niños. Pero habrá otros. Porque los famosos Bolechas, esa intrépida familia de lápiz y pintura, han visitado el Castro Alobre y su aventura ha sido recogida por Xosé Carreiro en un nuevo libro que será repartido entre los vilagarcianos más pequeños.

El plan del gobierno local de Ravella para reconquistar el parque no acaba aquí. El equipo de Varela tiene previsto seguir realizando mejoras en este entorno y confía en que el Ministerio de Fomento cumpla su palabra y aborde cuanto antes el plan de musealización del Castro de Alobre. El lugar en el que nació Vilagarcía. De esa forma, habrá una razón de peso histórico para visitar esta joya verde y olvidada en el corazón de la capital arousana.