Auge y caída de la última gran discoteca en la noche vilagarciana

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

30 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres nombres y varios propietarios han sobrevolado la última discoteca de Vilagarcía a lo largo de sus treinta años de historia. Que en realidad son quince, puesto que el establecimiento entornó sus puertas hacia el 2000 para dar paso a la carpintería y cristalería Skaparate, que a su vez también acabó echando el cierre. El caso es que Kavila nació en el verano de 1987 con cierto estrépito que nada tenía que ver con el volumen de su música, puesto que el Concello la clausuró por carecer de licencia.

Solventados los problemas burocráticos, las crónicas de la época saludaron el nacimiento del establecimiento: «Vilagarcía y O Salnés cuentan con una macrodiscoteca que se convertirá, a buen seguro, en el centro de las movidas nocturnas del verano». Las descripciones subrayaban las dificultades para aparcar en la recta de Rubiáns -el estacionamiento interior se reservaba para unos pocos escogidos-, la «fachada de arquitectura posmoderna que recuerda a un Partenón del siglo XXI», y las bonanzas de la pista exterior y la carpa.

Kavila vivió su mejor momento, paradojas del destino, cuando en 1990 cambió de nombre y de gestores, pasando a denominarse Banana. «Todo vilagarciano entre los 16 y los 35 años tiene muchas posibilidades de acabar en esta disco a partir de las once de la noche», profetizaban los cronistas del momento, que llevaban razón. A partir del 96 llegó una tercera época a la discoteca, rotulada ya como Boss, pero nada volvió a ser lo mismo. Cuenta atrás para el cuarto asalto.