Vilagarcía reúne 150 años de historia del tren en la estación más antigua de Galicia

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

El Museo do Ferrocarril abre sus puertas en el mismo edificio que inauguró el primer camino de hierro en 1873

25 abr 2024 . Actualizado a las 18:55 h.

El 15 de septiembre de 1873, el primer ferrocarril regular de Galicia echaba a andar entre las estaciones de Cornes (Conxo, hoy englobado en el municipio de Santiago) y Carril (que forma parte de Vilagarcía desde 1913). Aquellas dos edificaciones, erigidas en madera, nacieron con vocación de provisionalidad, para ser sustituidas por algo más sólido en cuanto fuese posible. En el caso del enclave arousano, esta situación se prolongó hasta 1900, año del que data el proyecto que levantaría, en su lugar, una construcción de granito y mampostería. En Compostela, el momento del relevo se retrasaría dos décadas, hasta 1920, lo que, a su manera, convierte a la estación carrilexa en la más antigua de la comunidad. Al menos, en la más antigua de cuantas conservan su configuración. Es en ella donde, coincidiendo con el 150 aniversario de la línea que inauguró la era del tren en Galicia, acaba de reabrir sus puertas el Museo do Ferrocarril de Vilagarcía (Mufevi), que el Concello gestiona desde el 2004.

Tras cuatro años cerrado, el Mufevi renace bajo una profunda remodelación que ha diseñado la firma Trivium Estratexias en Cultura e Turismo. Dotado de un nuevo discurso, el museo encuentra su núcleo en el peso histórico que posee este camino de hierro, muchos de cuyos entresijos han pasado desapercibidos para el gran público. La implicación en su creación del geógrafo y matemático Domingo Fontán, autor de la carta geométrica de Galicia, el primer mapa topográfico de la comunidad, brinda un buen ejemplo. Aquel trabajo, sin parangón en la Europa del siglo XIX, sirvió de base para el trazado de la línea Carril-Cornes.

Las zonas de exposición se distribuyen entre las dos plantas con las que cuenta el pequeño edificio, en cuya restauración, acometida hace casi veinte años, brilla el trabajo realizado con la madera. La sala principal se articula en el espacio que en su día ocupó el área de taquillas. La visita se ha aligerado con respecto a la anterior etapa del museo. Unas flechas trazadas en el suelo proponen un itinerario en el que el material audiovisual e interactivo va desgranando 150 años de historia. Una de sus proyecciones contiene un fragmento de La Casa de la Troya, la película muda que Alejandro Pérez Lugín rodó en 1924, basándose en su propia novela. En él se contempla el ferrocarril que aún hoy comunica Compostela con la ría de Arousa.

La vinculación de la familia Cela-Trulock, máquinas legendarias como la Sarita o la Sarela, la relación del tren con la Armada inglesa que invernaba en la ría —un empleado de la compañía ferroviaria, entonces dominada por capital británico, salvó al duque de Edimburgo de morir ahogado en el Umia en 1882—, los obstáculos que superó el proyecto o las sucesivas sociedades que gestionaron la línea hasta su desembarco en Renfe integran un recorrido en el que no faltan elementos materiales que aportan contexto. Unos bañadores de época como los que las damas empleaban en el antiguo balneario de A Compostela o un baúl en el que un emigrante a Venezuela, que pudo llegar en tren a Carril, empaquetó media vida. En la planta superior, los amantes de las maquetas encontrarán un centenar de locomotoras que reproducen la evolución del diseño ferroviario, desde el vapor y la carbonilla hasta la impoluta electricidad.

Un recorrido por todas las líneas galaicas y la posibilidad de una escala de verano

El Mufevi ofrece, en la media hora bien aprovechada en la que puede resolverse su visita, una panorámica sobre la historia contemporánea, no solo del ferrocarril, sino también del territorio que recorre y lo hizo nacer. El museo muestra una explicación gráfica de la evolución de todas las líneas ferroviarias de Galicia. Así, es posible comprender cómo el trazado entre Carril y Cornes permaneció aislado hasta que fue comunicado con caminos de posterior apertura, como Vigo-Pontevedra (1889) y, muy tardíamente, con la conexión entre Santiago y A Coruña, que, aunque hoy pueda parecer un disparate, solo estuvo disponible a partir de 1943.

El crecimiento de Vilagarcía y la forma en la que fue ganando terreno al mar, como una Venecia sin canales que eclosionó en las graves inundaciones del 2006, recibe, también, un excelente tratamiento gráfico.

No faltan, por supuesto, las piezas bajo las que palpita el pulso de décadas de trabajo ferroviario. Un cambio de agujas original, cuya cesión gestionó Carlos Abellán, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril, recibe al público en la entrada al Mufevi. Es un elemento gemelo del que puede contemplarse en la antigua estación de Cornes, en Compostela, cuya regidora, Goretti Sanmartín, fue recibida por el alcalde de Vilagarcía, Alberto Varela, en el acto de reinauguración de las instalaciones arousanas. El equipo de Varela tratará de gestionar lo que constituiría un hito para el museo: que, al menos en verano, algunos de los servicios regionales que aún hoy, 150 años después, siguen recorriendo el mismo trazado entre Cores y Carril hagan escala de nuevo en esta histórica parada.