Sin miedo al fracaso

Jose Manuel Jamardo Castro
J. M. Jamardo RIBEIRA

BARBANZA

Reportaje | Mujeres emprendedoras Un grupo de mariscadoras de Lira pusieron en marcha una cooperativa con la intención de aumentar sus ingresos y al mismo tiempo aprovechar mejor los recursos naturales

09 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

A valientes no hay quien les gane. Un grupo de siete mariscadoras de Lira estaban cansadas de trabajar y observar cómo sus ingresos no aumentaban. En la costa carnotana apenas hay marisco y el mal tiempo impide faenar con normalidad durante varios meses al año. Conseguir sacar dinero para pagar la Seguridad Social era una de sus metas más apremiantes. Sin embargo, ellas no se resignaban a continuar así. Con el apoyo de la Administración vieron la posibilidad de poner en marcha una cooperativa. Había que cambiar el rumbo de la nave que las llevaba a ninguna parte. Lo han conseguido. Hace más o menos un año, se constituía la primera cooperativa de mariscadoras de Carnota. Un sueño hecho realidad por unas cuantas emprendedoras que lo único que querían era vivir de su trabajo y sudor. La apuesta era muy fuerte. El colectivo de productoras de la localidad estaba integrado por 21 personas. Tan sólo 7 dieron el paso decisivo. Ahora reconocen que fue la mejor decisión que tomaron profesionalmente. Josefa Fernández, la vicepresidenta de la entidad, está entusiasmada con la iniciativa, igual que sus compañeras. Relató que llevar la sociedad no es nada fácil. «É coma unha empresa». Por eso, sus tareas no se limitan tan sólo a recoger especies del mar y limpiar gónada de erizo. Tienen que vender sus productos y también llevar la gestión de su pequeña empresa. Algo bastante complicado. Plan de explotación En la actualidad, están inmersas en la campaña del erizo. Venden su carne limpia y sin restos. La jornada es muy larga estos días. Comienzan a trabajar a las nueve de la mañana y doce horas después continúan en el local que tienen en el puerto de la localidad pelando y limpiando equinodermos. Tienen un plan de explotación de este producto, pero los topes asignados les son insuficientes para dar salida a la demanda existente. Por eso recurren a los marineros de la localidad para hacerse con más kilos. La campaña comienza en diciembre y remata en abril. Le sacan la hueva y la venden fresca a una empresa para su proceso de conservación. Pero las socias ya tienen las miras puestas en ampliar el negocio. Incluso no descartan en un futuro próximo envasar ellas mismas las entrañas de este exquisito manjar, muy demandado en comunidades como Asturias o Madrid. La vicepresidenta reconoce que el principal motivo de la puesta en marcha de esta aventura profesional fue mejorar sus salarios. «Agora estamos levando un soldo para a casa. Antes o marisqueo non era unha profesión, pois íase de vez en cando pero como non había gastos, non pasaba nada se tampouco había beneficios», relató. Recogida de algas El marisqueo en la costa carnotana era la única actividad para las productoras. Sin embargo, con la práctica desaparición de la coquina de sus playas y el tamaño del berberecho, muy pequeño, las posibilidades de mejora del sector eran ínfimas. La puesta en marcha de la cooperativa posibilitó que por lo menos este grupo de mujeres tenga trabajo todo el año. Ahora, al rematar la campaña de equinodermo, comenzarán a recoger algas. En el mes de julio, su esfuerzo estará centrado en la recogida del percebe, acompañado algo de marisqueo. Pero sus iniciativas no rematan ahí. El colectivo también puso en marcha un plan de explotación del poliqueto, pequeños gusanos que se utilizan como cebo para la pesca. Tienen su propio vivero y la carnada es requerida por pescadores de Asturias, A Coruña y Pontevedra, principalmente. La explotación de este producto no fue nada fácil. Era un auténtico desconocido para ellas. Poco a poco se fueron familiarizando y en la actualidad son unas auténticas expertas, tanto en su manipulación como en el envasado, lo que le permite que llegue en excelentes condiciones al mercado. La vida de las socias ha cambiado totalmente. Además de atender a sus clientes, deben asistir a cursos de todo tipo. Aunque los ordenadores no son su fuerte, ya comienzan a familiarizarse con estos aparatos a los que están aprendiendo a conocer. Josefa Fernández asegura que no se arrepienten de nada: «Somos as nosas propias xefas e ninguén nos di nada. Ademais, levámonos estupendamente». Iniciativas así son las que hacen falta.