El bonito arenal que da la espalda al norte para poder mirar a Sálvora

ANA MOAS / A. G. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Algunos veraneantes consideran que las prestaciones son las necesarias para un lugar que, dicen, no precisa de nada más

11 ago 2016 . Actualizado a las 13:46 h.

Arena fina y blanca, aguas tranquilas de color turquesa y unas vistas singulares que se extienden a lo largo de unos 1250 metros. Se trata de la playa ribeirense de O Castro, todo un balcón natural desde el que se puede admirar, de cerca, la belleza particular de las islas de Sálvora y Vionta. Un lugar que no deja de sorprender, sin duda alguna, a visitantes y asiduos.

En cuanto a las prestaciones existentes, hay que destacar que son «las justas y necesarias», según afirman algunos veraneantes. Un equipamiento compuesto tan solo por un par de duchas que funcionan perfectamente y papeleras escasas para un arenal en el que la limpieza es una de sus características. También cuenta con pocos sanitarios, aunque amplios y cuidados, que buscan dar servicio a una ocupación bastante alta en época estival.

Además, el hecho de localizarse en un entorno periurbano hace que el acceso, tanto a pie como en coche, no sea difícil. Hay espacio reservado para el estacionamiento de vehículos y caminos en buen estado. Las pasarelas que recorren la playa son de madera y cuentan con rampas que permiten una entrada cómoda al arenal y, sin embargo, ya empiezan a estar deterioradas por el paso del tiempo, sin presentar daños que compliquen su tránsito por ellas. Todo lo contrario a lo que ocurre con algunos paneles interpretativos, que han sido pintados con grafiti y no especialmente por artistas.

Tranquilidad y protección

Más allá de este equipamiento hay que destacar que, a pesar de que se trata de una playa en la que acostumbra a soplar el viento, la zona de baño es tranquila y está protegida. Además, está vigilada por socorristas.

Si hay que ponerle alguna pega, esta posiblemente sea la estructura de madera construida con el objetivo de encauzar el río Listres. Después de propiciar que se desbordase el pasado invierno, ahora ha dado lugar a la sequía del caudal.

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