Las multas por vertidos a ríos se duplican

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

El Seprona vela por el medio ambiente barbanzano con muchos frentes abiertos y un bagaje apuntalado en operaciones de todo tipo que ayudan a mejorar la comarca

26 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de 60 multas en el 2016 o, lo que es lo mismo, 5 al mes. Y todo ello por realizar vertidos contaminantes a los ríos que atraviesan el territorio barbanzano. La situación es grave, sobre todo cuando se hace la comparativa con, por ejemplo, el 2015, en el que se cursaron unas 35. Se trata de un aumento que evidencia falta de civismo, pero también una mala práctica asentada entre, principalmente, responsables de medianas empresas que no dudan en usar los cauces fluviales para diluir parte de sus residuos.

Para muestra, una empresa que se dedicaba al engorde de aves de corral fue sancionada en repetidas ocasiones por verter el plumaje, la sangre o los órganos internos de los animales que sacrificaba hasta el punto de que en el tramo de río (pegado a la instalación industrial) los agentes no tardaron en localizar una gruesa capa de vísceras y otros restos bajo el agua. La situación resulta todavía más desagradable cuando uno se entera de que dicho río da servicio a numerosas viviendas.

Los encargados de tirar de mantas que esconden acciones tan incívicas como la ya narrada son los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la compañía de la Guardia Civil de Noia, puesto del que dependen el resto de cuarteles que se reparten por todos los ayuntamientos -a excepción de Ribeira- de Barbanza, Muros y Noia. Son cuatro funcionarios, cuando están todos operativos, ya que las vacaciones y otras circunstancias pueden reducir todavía más una plantilla corta para vigilar el litoral, los montes y ríos de 18 ayuntamientos.

Otros cometidos

El Seprona también tiene otras obligaciones tan sorprendentes como comprobar que el embutido que se vende en los mercadillos cumple todos los requisitos sanitarios. El furtivismo, o el transporte de pescado que carece de documentación en camiones también les quita sueño literalmente, ya que esos operativos se hacen de noche generalmente. Portosín y Ribeira, en este caso, son las zonas calientes a vigilar de forma constante.

El maltrato animal es otro delito común. Ya sean animales domésticos o ganadería, las denuncias, o avisos, se suceden para alertar de que algún ejemplar vive en condiciones miserables. El Seprona estuvo, en los últimos dos años, detrás de varios operativos que salieron bien. Uno de ellos, relacionado con el robo de ganado, imputado a una banda de cuatreros, para la posterior venta de su carne careciendo de control. Los otros dispositivos fueron para que las vacas que había en dos explotaciones de Boiro y Rianxo fueran atendidas en unas mínimas condiciones de salubridad.

En el Seprona explican que el elevado número de casos en los que trabajan, para que los animales tengan una vida mejor, no es consecuencia de que ahora se den más delitos de este tipo. Se debe a que la sociedad denuncia con mayor facilidad, lo que agiliza enormemente la labor de los agentes. La situación ha llegado a tal punto que, después de los vertidos, es la casuística más preocupante.

Las rías

El principal foco de contaminación de las rías siguen siendo las depuradoras municipales por las continúas averías que sufren. El problema, aclaran en el Seprona, es que dichas instalaciones asumen más volumen del que pueden asimilar, sobre todo en verano, lo que provoca que el líquido residual sea expulsado directamente al mar sin tratar y genere una situación que echa por tierra otras actividades que, precisamente, buscan la mayor calidad de las aguas. Esta situación, además, deja en mal lugar a las Administraciones al evidenciar falta de planificación.

Las muchas batidas no merman las plantas de marihuana en los montes

La vegetación que crece en la sierra de Barbanza sigue dando cobijo a numerosas plantas de marihuana. Los responsables de las plantaciones no dudan en persistir en su empeño, aunque se trata, casi siempre, de personas que llevan a cabo esta actividad para satisfacer su consumo personal. Resulta inusual encontrar grandes plantaciones, ya que ese perfil es más propio de viviendas deshabitadas, y siempre para obtener un enriquecimiento ilícito. El Seprona realiza numerosas batidas por los montes del macizo barbanzano en el marco de sus muchas tareas, siendo una de ellas la localización de estos vegetales.