El alijo más caro de Pelopincho

BARBANZA

Al banquillo los cinco acusados de transportar las cuatro toneladas de hachís desaparecidas en una operación atribuida al ribeirense, y que habría pagado con su vida

23 mar 2017 . Actualizado a las 10:55 h.

El ribeirense José Antonio Pouso Rivas, Pelopincho, desapareció hace seis años a pocas jornadas de ser juzgado por amasar, presuntamente, más de 15 millones de euros procedentes del narcotráfico. Se esfumó de la noche a la mañana y no dejó pistas, solo una investigación policial que sigue abierta. La conclusión de los agentes, a falta de que sea declarado oficialmente muerto, es que Pelopincho habría sido secuestrado y asesinado por la misma mafia marroquí que, según parece, se fio de él para transportar cuatro toneladas de hachís procedentes del citado país africano.

¿El motivo? El cargamento se hundió frente a la costa lusa, versión que los proveedores no se habrían creído. Ellos, según la misma tesis de la investigación, consideraron que Pelopincho se quedó la droga, motivo por el que habrían venido a Galicia a buscarlo para acabar con su vida y con la del otro presunto compañero de negocios, José Bernardo Villaverde, que, junto al ribeirense, habría sido el encargado de financiar el cargamento y su posterior traslado.

Fase judicial

Aquella operación de narcotráfico frustrada dio pie a una investigación judicial que entrará en su recta final el día 28, cuando empiece, en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra, el juicio contra dos gallegos y tres marroquíes acusados de transportar la citada droga. Personas, todas ellas, a las que se atribuye, al menos, un grado de conocimiento importante sobre el paradero del ribeirense, pero que, en todo el tiempo que duró la instrucción (juzgados de Cambados), cada uno de los imputados se negó a hacer cualquier tipo de manifestación al respecto.

La Fiscalía, en su escrito, reclama para cada uno de los cinco acusados penas de cárcel que van de los cinco a los seis años, así como multas que suman 22 millones de euros. La misma acusación pública sostiene que la noche del 14 al 15 de noviembre del 2010, cuando el Garbi III, patroneado, al parecer, por el imputado José Manuel López Núñez, navegaba hacia las costas gallegas donde debía alijar la droga, se vio envuelto en un gran temporal que hizo encallar el bote frente a las costas portuguesas de Assenta-Torres Vedras.

Del hundimiento se recuperaron, por parte de las autoridades portuguesas, únicamente tres fardos, con un peso cada uno de ellos de 31,998 kilogramos, 22,188 kilogramos y 36,576 kilogramos de resina de cannabis, que habrían alcanzado en el mercado ilícito el precio de 45.748, 31.730 y 52.300 euros, respectivamente, y que constituyen una pequeña parte de la carga total de más de 4.000 kilos de hachís que llevaba el Garbi III.

A bordo, 119 fardos

Baste decir que la Fiscalía sostiene que en ese pesquero, que varios de los imputados habrían comprado en el País Vasco, llegaron a cargarse 119 fardos con un peso estimado de unos 35 kilos cada uno. Es más, el mismo Ministerio Fiscal considera seguro en sus conclusiones que «los investigados formaban parte de una organización delictiva dedicada exclusivamente al tráfico de hachís, que desarrollaba su actividad, principalmente, trayendo importantes cantidades de hachís desde Marruecos a España por vía marítima, introduciendo la droga por las costas gallegas para su posterior distribución en nuestro país», señala el auto de acusación.

En la parte policial existe constancia, por el trabajo de campo hecho, de que Pelopincho, tras huir de España para no ser juzgado por delito fiscal, estuvo un tiempo en Marruecos. Su presunto rol era el de contactar y cerrar las condiciones de un trato que beneficiase a todas las partes, incluido a él mismo y los marroquíes, algo que finalmente no ocurrió así.

Un cargamento con jugosos beneficios para todas las partes

Quién es quién en la investigación de la Fiscalía

La Fiscalía pone en el punto de mira a diferentes personas en su escrito de acusación, aunque no todas se sentarán en el banquillo de los acusados, ya que algunas ya fueron juzgadas en Portugal.

José Antonio Pouso, «Pelopincho». Sería la persona que cerró el trato con los marroquíes, el cerebro de la operación y el encargado de responder en el caso de que el alijo no llegase a buen puerto.

José Bernardo Villaverde. Al igual que Pelopincho, está en paradero desconocido y buscado por esta causa. Ocuparía otro de los mandos intermedios de la organización. Su cometido consistía en aportar financiación al grupo para, con lo invertido, poder llevar a cabo las importaciones de droga, así como buscar y establecer contactos con otros miembros de la organización que se encargarían de otros cometidos.

Manuel Sineiro, «Machucho». Puede ser considerado uno de los mandos intermedios de la organización. Al parecer, tenía contactos con los marroquíes propietarios de la droga. Organizó y diseñó la adquisición de una embarcación para, presuntamente, llevar a cabo el transporte de la droga poniéndola a nombre de otros miembros de la organización para evitar su identificación. Será juzgado en España.

Francisco Javier Tuñas, «Gelo» y «Fran». La Fiscalía lo sitúa ocupando una posición subordinada a los anteriores, aunque por encima de otros. Habría prestado su nombre para figurar como adquirente y titular del Garbi III y sirvió como testaferro de la misma con el fin de evitar el control judicial de los verdaderos titulares. Habría llegado a tripular la embarcación, buscar y servir de enlace con los tripulantes que finalmente llevarían a cabo la travesía para cargar la droga. Será juzgado en España. Este individuo se sentará en el banquillo con los ciudadanos marroquíes Mohamed Taouil, Wail Hossein y Otman Boujemaaoui.