Poder

Maxi Olariaga LA MARAÑA

BARBANZA

29 mar 2017 . Actualizado a las 10:50 h.

El faro de la Ilustración francesa del siglo XVIII, el escritor Voltaire, lo dejó escrito: «Los que creen que el dinero lo es todo, suelen hacer de todo por dinero». Como de costumbre no yerra el sabio. Meditando, añado: «Los que creen que el poder lo es todo, suelen hacer de todo por conservarlo». Y es cierto. La historia es tan antigua y terca como la humanidad. No hay más que consultar los anales para confirmar que los amos del mundo han hecho cualquier cosa por perpetuar sus privilegios. Asesinatos, traiciones, guerras. Sangre. Todo por seguir sentados en el inmundo trono del poder.

La perversión se halla en que el mal es contagioso y recorre el mundo como un fantasma gélido arrastrando sus cadenas oxidadas por la corrupción. La peste incontrolada ha horadado los humildes estrados de los ayuntamientos de pueblos habitados por gente pacífica, de modo que sus dirigentes, como se observa siguiendo la actualidad en los medios de comunicación o con la experiencia diaria de la ciudadanía de cualquier pueblo por pequeño que sea, con frecuencia se convierten en verdaderos desconocidos para sus vecinos.

Nadie podría creer que un/una concejal/a que se comportaba como un habitante más en su vida diaria, al acceder al escaño municipal, reparta estopa, descubra la ira y la descargue contra este o aquel, sea pariente, amigo o conocido. Es el poder. Esa manzana podrida mordida con gula la que infecta a personas que en condiciones normales jamás harían lo que hacen. La política -¡ay de nosotros!- se ha convertido en un arma letal y solo se utiliza para laminarnos con la calumnia, la maledicencia o la deshonra. ¡Qué pena!.