Demasiada pasión

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

22 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Acuantos no vivimos la Semana Santa con ese explosivo frenesí andaluz, mitad postureo y mitad devoción, que se ha impuesto también por el norte, sorprende y divierte, a partes iguales, la batalla de juramentados que tiene lugar en el atrio boirense. Lo de divertir vaya con respeto y desde esa connotación que tiene cualquier conflicto humano. La opinión, subjetiva, es de alguien que conoce el problema por arriba y asiste a los desencuentros públicos, a las epístolas de parte o a los cruces dialécticos desde la barrera de la no militancia.

En 2005, tiempo del anterior párroco Justo Carou, nace la cofradía (Irmandade do Cristo da Misericordia), que pronto tiene un gran auge. Poco a poco, debido a los problemas de salud del cura, esta entidad asume un papel preponderante en la Semana Santa boirense. A la muerte de aquel, con la llegada del nuevo jefe espiritual de la parroquia, se producen los primeros encontronazos que rápido llegan a los insultos. Con la situación enquistada, esa parte de feligreses intentan el sorpasso y trasladan al arzobispo sus tribulaciones quien hasta el momento no reprueba o corrige a Rogelio Freijo.

Seguro que el párroco tiene una fuerte personalidad, pero creo que la cofradía no ha entendido que está en una organización jerárquica. Por otra parte Julián Barro, a la hora de mover ficha, tendrá en cuenta la aritmética y se preguntará dónde está la mayor parte de los 600 cofrades en la vida católica cotidiana más allá de la Semana Santa. En mi agnóstica opinión, la Iglesia debería valorar bien poco esos rituales exhibicionistas que nada aportan a sus objetivos.